Diario de León

El volumen de obra, a pesar del ingente patrimonio provincial, casi nunca supera los diez millones de euros al año

La restauración de edificios históricos sólo da para un centenar de empleos

La Junta acapara la mitad de las contratas para adjudicar a media docena de empresas

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Antonio Núñez - león
León

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La restauración del patrimonio artístico leonés apenas suma diez millones de euros al año en inversión entre catedrales, iglesias, murallas, palacetes y castillos, lo que sólo representa otro 10% de las necesidades de la provincia. A la sombra de un negocio tan limitado trabajan media docena de empresas para obras de restauración propiamente dichas en contraste con los más de 20.000 empleados del sector de construcción durante el último auge de la vivienda. Los restauradores, a pesar de la pobreza de sus contratas, aparecen clasificados en un rígido ranking de calidad de calificación que va burocráticamente desde la «A» para las empresas que trabajan en inmuebles o entornos menores, pero de cierto interés, hasta la «K» para aquellas que precisan demostrar cualificación suficiente para obras en edificios de interés histórico, como por ejemplo la Catedral, las murallas romanas o San Isidoro en el centro de León. Según el portavoz de una de estas empresas, Decolesa, Andrés Valdés, «no creo que llegemos a media docena en la provincia y en toda la autonomía una docena». En cuanto al número de empleos en León «tampoco creo que lleguen a cien, y a lo mejor me paso de largo». Poco negocio Las escasas empresas que trabajan en este subsector alternan los proyectos de restauración propiamente dichos con otros de nueva edificación en zonas protegidas, como el Barrio Húmedo. La suma no tiene nada que vez con el auge inmobiliario que ha hecho ricos a muchos constructores durante la última década, sino que responde a una actividad mucho más pausada y de calidad, aunque los precios no sean menores. En el Húmedo, por ejemplo, Decolesa ha construído casi cien viviendas en minúsculas promociones de no más de dos plantas, lo que supone multiplicar costes y precios finales. Al lado la misma empresa está restaurando las cercas de la muralla de la Corredera, con patios interiores que no pueden apreciarse en su debido valor -ni en ninguno, porque son recintos privados- desde la calle. Otros edificios donde la empresa trabaja actualmente en restauraciones son la fachada de San Isidoro, el Instituto Bíblico y Oriental, en la zona oeste del mismo monumento, la recuperación del claustro, patio y fachada sur del palacio de los condes de Grajal de Campos, las cubiertas y forjados del monasterio de Santa María de Sandoval, techados en el Hostal de San Marcos y reconstrucción de las cercas y murallas junto al jardín de San Francisco. En el mismo entorno, según Valdés, «hemos levantado también cerca de cien viviendas completamente acordes con la historia de lo que había allí, pero mejorando la zona, que era de simples muros de tapial y donde se podía reconstruír lo hicimos y, donde no, las construimos nuevas, pero siempre respetando lo que ya había para mantener la calidad de vida de la zona. ¿Cómo relanzar el Barrio Húmedo? Eso no consiste en poner un bar en cada esquina, sino en llevar gente que vuelva a vivir, se asiente y le de una vida normal a la zona, que es lo que nosotros tratamos de hacer». «Ahora», se añade, «hay otras obras de rehabilitación, en barrios próximos de la mano del ARI para fachadas y demás, pero las empresas que trabajan en ellas no necesitan la misma clasificación que nosotros para intervenir en edificios catalogados y concursos públicos: basta con respetar las fachadas y no siempre los elementos estructurales del inmueble, porque eso sale muy caro y paradójicamente da pocos beneficios, así que pocos se prestan a este tipo de trabajos».

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