| Análisis | La obra más influyente |
Un cubo que ya no funciona
Ejemplo del racionalismo de simplicidad constructiva, De la Sota ligó el rigor geométrico a la audacia de las estructuras, marcadas siempre por el funcionalismo
La mejor definición que se ha hecho del edificio central de Correos en León fue la del propio arquitecto, Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913-Madrid, 1996): «Es un cubo que funciona». La abstracción máxima de su obra, creada a los 68 años, después de varias décadas y muchos y emblemáticos edificios repartidos por todo el país que son el reflejo de un arquitecto fascinado por los ingenieros, que desde el principio se formuló desafíos prácticos relacionados con el racionalismo en la construcción. Algunos han definido su obra como la «sabiduría silenciosa de la función en cajas progresivamente inmateriales». La obra de De la Sota se considera por muchos la más influyente en España en la segunda mitad del siglo XX. Hombre renacentista (fue además diseñador de muebles, pintor y caricaturista, músico,...), desarrolló en arquitectura el racionalismo equilibrado, la simplicidad constructiva; todo ello marcado por el funcionalismo que imprimía a los edificios públicos que diseñó. Fue uno de los grandes promotores de la industrialización en la construcción en los años sesenta, introdujo elementos industriales y sus edificios combinan «de forma sorprenden un gran rigor geométrico, de líneas claras y rectas, con la audacia de las estructuras», según algunos de sus estudiosos. A finales de los 80, en un clima de desarrollo tecnológico, seguía investigando en las luces metálicas, e inició la exploración en prefabricados de hormigón. Premiado en tres ocasiones con el Premio Nacional de Arquitectura, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y del Consejo de Arquitectos, propuesto varios años para el premio Príncipe de Asturias, la lista de sus galardones es interminable; y su obra ha sido analizada en multitud de publicaciones y tesis doctorales en España, Inglaterra, Alemania y Suiza. En la madurez de su creación proyectó el reconocido arquitecto el edificio de Correos ubicado en el solar del antiguo hospicio, frente al parque de San Francisco. Un proyecto que, según recoge la Guía arquitectónica de León , tuvo un «enorme impacto entre la profesión arquitectónica». Eloy Algorri recuerda que la carrera de De la sota estuvo marcada por una «senda plenamente contemporánea, preñada de voluntad innovadora, tanto en las formas como en los procedimientos constructivos». Fue un camino hacia la simplicidad volumétrica y la inmaterialidad constructiva, «que alcanzarán un grado culminante en el edificio leonés». La construcción, recuerda el arquitecto, se estructura a partir de una rígida malla reticular que deja apreciar la compartimentación de las plantas en torno a un núcleo central de comunicaciones. Los departamentos de clasificación y atención al público están en los dos pisos inferiores, los administrativos en el intermedio y los residenciales (hoy abandonados) en el ático. El vestíbulo principal no está a nivel de la calle, sino medio piso por encima para mejorar la iluminación natural del semisótano, protegido de las miradas de la calle por un patio inglés. La imagen exterior está protagonizada por la «potencia expresiva del material de acabado, una reluciente chapa de aluminio». Hasta entonces el empleo de los paneles metálicos se limitaba a las construcciones industriales, por lo que su uso en Correos se consideró como una provocación. Y lo consiguió, a juzgar por los comentarios de los leoneses cuando los andamios dejaron ver por primera vez aquella revolucionaria fachada. Cuando en 1988 De la Sota recibió la Medalla de Oro del Consejo de Arquitectos, advirtió sobre la necesidad de vigilar las construcciones contemporáneas. Quizá una premonición de lo que podría pasar con algunas de sus construcciones. En el caso de Correos en León, acertó.