El Gobierno explicará en el Congreso las relaciones con la Iglesia Católica
La vicepresidenta primera acudirá mañana al Congreso a explicar cómo están las relaciones del Estado con la Iglesia tras la polémica suscitada por las críticas de la jerarquía católica a la política social gubernamental. Será un debate de grueso calibre a tenor de lo escuchado ayer en la reunión el Diputación Permanente de la cámara en la que se debatió la comparecencia del Gobierno, y en la que PSOE y PP cruzaron imputaciones inusuales por su gravedad. María Teresa Fernández de la Vega solicitó acudir a la cámara y el intercambio de pareceres en la Diputación Permanente quedó en un valor testimonial ya que no se votó. PP y CiU, de todos modos, dejaron claro que no respaldaban la presencia de la vicepresidenta en el Congreso a cuatro días de que se agote la legislatura para abordar una polémica que, lejos de moderarse, se agiganta según pasan las horas. Ánimos crispados El encuentro familiar celebrado el pasado 30 de diciembre en Madrid, y que sirvió de escenario para que tres cardenales arremetiesen contra leyes como la del aborto, el divorcio o el matrimonio entre homosexuales, ha crispado los ánimos políticos en el estertor de la legislatura. El PP, en palabras de su diputada María Salom, acusó al Gobierno de tener «un comportamiento totalitario» en su respuesta a la jerarquía eclesiástica pues su reacción fue «un insulto a los dos millones de españoles» que se reunieron en la cita familiar. La parlamentaria opositora justificó la negativa de su grupo a respaldar la comparecencia de la vicepresidenta porque no quiere que «el Parlamento se convierta en escenario de insultos contra la familia». Salom compartió con los prelados conservadores que «la democracia se ha resentido» con la legislación social socialista, que sólo pretende «imponer el laicismo obligatorio». El diputado del PSOE José Andrés Torres Mora replicó con un tremendismo similar y lamentó que el PP pertenezca a «una triste estirpe de la derecha española que, en los momentos decisivos, cuando ha tenido que elegir entre salvar su alma y la patria, ha preferido salvar su alma y condenar la patria de las libertades». El dirigente socialista distinguió entre «los cardenales de Colón», que son «una cosa», y la comunidad católica, que es «otra».