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Las familias pobres ya no se hacen regalos, pero las ricas invierten el dinero en metales preciosos por kilos y en bruto

El mercado de las pequeñas joyerías cae un 30% y sube la venta de lingotes

En tiempos de crisis económica el oro vuelve a ser caro y el refugio del miedo

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Antonio Núñez - león
León

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«Hasta que se disparó hace dos o tres años la compra de lingotes era inhabitual, aquí y en todo el mundo» JESÚS PRIETO OLITE , presidente de la Asociación de Joyeros de Castilla y León La venta de artículos de joyería, clásica en los regalos de todas las navidades, ha sufrido este año una caída de entre el 15% y el 30%, dependiendo de provincias, ciudades e incluso barrios, aunque ha sido generalizada, según el presidente de la asociación patronal de joyeros de Castilla y León, Jesús Prieto Olite. La merma de la demanda pone en evidencia, como en la compra de coches o en la de artítulos de cunsumo diario, estilo ropa, la crisis económica y la desconfianza de las familias sobre una crisis que parece imparable, «porque un regalo es lo primero de lo que se prescinde, aunque no sea tan caro». Paradójicamente la merma de ventas en joyería coincide con un incremento, aun no se sabe si espectacular o no, de la de lingotes en bruto para inversores que quieren poner su dinero a buen recaudo, también por miedo a la crisis: los primeros se retraen porque no pueden pagar la hipoteca y los segundos se refugian en el oro seguramente porque las han vendido en exceso. Los primeros constituyen un mercado puntualmente idenficado por Hacienda, en tanto que los segundos forman parte de otro perfectamente opaco. Según Prieto, la crisis no viene de ahora, sino que se inició hace media década, cuando la gente comenzó a volverse loca hipotecándose para comprar pisos a precios astronómicos «o, incluso, antes» y el futuro no es nada halagüeño mientras sigan subiendo los tipos de interés, el IBI, la leche, el pán o la cesta de la compra. En Castilla y León somos unas mil joyerías, casi todas pequeñas y de dimensión familiar, con una media de tres personas para atender cada una, lo que supone unos tres mil empleos, y ventas difíciles de calcular, pero que, sólo en León, pueden rondar los 30 millones de euros al año para nóminas mínimas y cotizaciones a autónomos». La sufrida clase media El descenso en las ventas de joyería, como en todo, se ha hecho notar entre la clientela de clase media baja, agobiada por la subida de las hipotecas y todo tipo de gastos domésticos, «porque cuando de lo que se trata es de llegar a fin de mes primero se ahorra en los regalos» y una joya para una familia media es sólo eso, no una inversión. Pasa en todas las provincias y en toda España. «Las asociaciones de joyeros hacemos reuniones periódicas cada dos o tres meses», según Prieto, «y hablamos de todo, pero la conversación siempre es la misma y las quejas, da igual de que provincia vengamos... y, por cierto, que los que más se quejan son los de Valladolid, aunque ellos teóricamente tengan una economía más saneada o industrializada. Y cuando hablas con otras autonomías por teléfono da también igual». La caída en las ventas en mostrador y escaparate de los pequeños y medianos joyeros contrasta con el incremento de la cotización del oro, cuyos precios se han duplicado prácticamente en tres años supuestamente como refugio de inversores temerosos de la crisis económica. Se vuelven a vender lingotes en bruto a casi veinte mil euros el kilo, pero aquí todavía son casos aislados y, en todo caso, se trata de un mercado opaco que funciona más por Internet o por sociedades de inversión bancarias. «Esas se limitan a comprar, vender y especular a lo grande y el oro ni lo ven». Para blanquear dinero no sirven las pequeñas joyerías, que tienen que dar cuenta a Hacianda de cada lingote, identificado uno a uno casi como si tuvieran carnet de identidad, y presentan luego no pocos problemas para el comprador: tienen que revendérnolos a precios que pueden haber subido o no, así que para los pequeños inversores lo mejor es el dinero en el banco o, si se apuran, los billeteres de quinientos euros, porque esos los cambias en cuarquier parte sin problemas». Cuestión aparte son los problemas de seguridad para mantener una fortuna en oro o billetes grandes dentro de casa. O en pequeños diamantes tallados, que también se están poniendo de moda, pero no por piezas sueltas, sino engarzados en metal «y ahí sí que se confunde la orfebrería y la inversión». LA COTIZACIÓN DEL ORO SE HA DUPLICADO COMO METAL REFUGIO EN SÓLO DOS AÑOS EN PRECIOS ONZA/DOLAR Precio en el 2005 Precio en el 2008 La subida del precio del oro se interpreta en todos los mercados, nacionales o no, como síntoma de crisis