De los 359 pozos estudiados en el 2007 por el Laboratorio Municipal, el 32,59% no tenían agua apta para el consumo humano
El hallazgo de arsénico en el agua de Nistal y Castrillo eleva la demanda de analíticas «Jueces» científicos en el «tribunal» del agua
Los 16 análisis diarios que se hacen en León capital avalan un abastecimiento adecuado
El Laboratorio Municipal de León detectó agua «no apta» para el consumo humano en uno de cada tres pozos de la provincia leonesa destinados al abastecimiento de poblaciones. De las 359 muestras realizadas en el 2007 por este organismo, 117 superaron los límites legales en alguno de los parámetros que se estudian, lo que provocó la clausura temporal del 32,59% de las instalaciones analizadas ante el evidente riesgo que constituían para la salud pública. La preocupación social que ha despertado la extraordinaria concentración de arsénico en el acuífero que ha abastecido a Nistal de la Vega y Castrillo de las Piedras ha multiplicado en los últimos días las solicitudes de los pueblos para analizar su agua, según confirmó el director del laboratorio, César de Prado. El real decreto que establece los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano (140/2003) determina que sólo será salubre y limpia cuando no contenga ningún tipo de microorganismo, parásito o sustancia en una cantidad o concentración que pueda suponer riesgo para la salud de las personas. Para concluir si el agua de León cumple los estándares de calidad mínimos, el laboratorio midió en cada análisis 53 parámetros distintos, entre éstos, la presencia de metales pesados, el color, la conductividad, el olor, la oxidabilidad, el PH o la turbidez. Los niveles máximos están fijados para cada uno de estos parámetros en el citado decreto, aunque un documento posterior consensuado con las comunidades autónomas en el 2005, menos severo que la ley, atenúa algunos de los valores. ¿Sin olor, sin sabor y sin color? Quien siga pensando que el agua es incolora, inodora e insípida peca de ingenuidad. Existen investigaciones científicas que describen más de 500.000 sustancias en el agua, aunque los análisis ordinarios se centran en el medio centenar de variables exigidas por ley, suficientes para determinar que dos de cada tres acuíferos estudiados en la provincia gozan de buena salud. El abastecimiento de la ciudad de León, por ejemplo, obliga a realizar diariamente análisis en 16 ubicaciones distintas. Durante el 2007, ninguna de ellas fue «no apta» para el consumo humano. No en la capital, pero en algunos puntos de la provincia la escasa pluviosidad suele convertirse en una causa más de la ineptitud de los acuíferos. Tal y como resume De Prado, la lógica dice que «si hay menos litros de agua, la concentración de sustancias es mayor». En estos laboratorios se examinaron el año pasado más de 7.000 analíticas, de las que 3.822 correspondieron al abastecimiento de agua en la capital de León, 973 más se centraron en las plantas potabilizadoras y 359 estudiaron el agua de pozos destinados al abastecimiento de poblaciones. En menor medida se estudiaron otro tipo de fenómenos, como la contaminación de vertidos, las filtraciones en la red hidráulica, análisis del caudal que discurre por canales, incluso la detección de sustancias en orina. El director del laboratorio recuerda la importancia y el beneficio social que supone mantener al consumidor informado sobre la calidad del agua en cada momento, como exige la Unión Europea. Para ello, el Ministerio de Sanidad difunde por Internet (http://sinac.msc.es) un listado de municipios con los resultados de los últimos análisis sobre sus aguas. Aún son pocos los privilegiados. «Si no hay mucha agua, o hay menos de lo normal, las concentraciones de componentes metálicos son mayores» ESTANISLAO DE LUIS CALABUIG, catedrático de Ecología y director del IMA Parte del Edificio Abelló está ocupado actualmente por los laboratorios públicos donde se realizan, entre otros trabajos, los análisis sobre muestras de agua para consumo humano. El centro, donde trabaja una docena de personas, tiene acreditada su actividad a través de exigentes normas de calidad contempladas en el decreto que regula los criterios sanitarios de la calidad de agua para abastecer poblaciones. Su trabajo consiste en controlar los parámetros fijados por ley para determinar si el agua analizada es apta o no para ser consumida. Su veredicto, como si fueran jueces, será positivo siempre que la muestra no contenga ningún tipo de microorganismo, parásito o sustancia en una cantidad o concentración que pueda suponer un peligro para la salud humana. Entre otras especialidades, el centro cuenta con un laboratorio de microbiología y otro de cromatografía. En la imagen, una trabajadora prepara las primeras muestras del día.