Diario de León

Las intervenciones de los candidatos estuvieron más centradas en las críticas al oponente que en adquirir compromisos

El pasado enfrenta a Zapatero y Rajoy en un duelo intenso pero sin sorpresas

Ambos líderes contentan a sus parroquias en el primer debate electoral desde 1993 Cómo estuvo cada ca

Chema Moya

Chema Moya

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Ramón Gorriarán - madrid
León

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José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy debatieron con el freno de mano echado. Los dos candidatos afrontaron el primer cara a cara electoral de los últimos quince años con discursos encaminados a contentar a los suyos, con una notable ausencia de propuestas y sin correr riesgos en el terreno de los compromisos. Lograron su objetivo, porque las planas mayores de sus respectivos partidos corrieron a apuntarse la victoria. Los momentos más descarnados surgieron cuando ETA y la política territorial salieron a escena, apartados en los que el presidente del Gobierno y el líder opositor se emplearon a fondo, el primero para defender su gestión y el segundo para desacreditarla. Cuando en un combate de boxeo el veredicto es la igualdad a los puntos, el título queda en manos del campeón. Y en el debate entre Rodríguez Zapatero y Rajoy el resultado se acercó mucho a esa situación. El presidente del Gobierno contentó a su parroquia y el jefe de la oposición, a la suya. Fue un duelo sin concesiones, con apenas espacio para la ironía o la sutileza; sólo el líder socialista se permitió la licencia de bromear con el empeño del líder del PP en «dar cuerda al reloj de la economía y no se ha enterado de que los relojes van a pilas». Rajoy, más aficionado al sarcasmo, hasta quedó retratado cuando confesó su ignorancia sobre la existencia del «bonobus», el abono de transporte de Madrid. Rajoy: «Usted ha agredido a las víctimas del terrorismo. Me trae sin cuidado que no lo acepte, las ha agredido» Zapatero: «No le consiento esa acusación tan grave. Yo no he agredido a las víctimas del terrorismo» Rodríguez Zapatero se empeñó en comparar su gestión con la que desarrolló José María Aznar y tiró cuanto pudo de gráficos para demostrar que con su Gobierno ha mejorado la economía, ha bajado el paro, han subido los sueldos, ha caído la inflación y ha retrocedido la llegada de inmigrantes sin papeles . A Rajoy le endosó el papel del sembrador de «discordia y cizaña», insolidario en la lucha contra el terrorismo y un peligro para el futuro porque cuando «ustedes gobiernan se resiente la democracia, no hay pluralismo y no hay debates». El presidente del PP insistió una y otra vez en que el jefe del Ejecutivo miente. Lo hizo, según Rajoy, en el diálogo con ETA, en las políticas sociales y en el freno a la inmigración ilegal. Pero el instante en que ambos contendientes pudieron perder los papeles fue cuando el líder opositor soltó: «Usted ha agredido a las víctimas del terrorismo». «Nunca, no se lo acepto, eso es muy grave», replicó el candidato sin disimular su irritación. «Mantengo lo que he dicho», insistió Rajoy. El terrorismo, como era de prever, caldeó el ambiente. El presidente del Gobierno sostuvo que es «inmoral utilizar el terrorismo en la lucha partidista» y reprochó al PP que haya sido «el único partido en el mundo» que sale a la calle a manifestarse contra la política antiterrorista gubernamental. El líder del PP se enrocó en que Rodríguez Zapatero «ha mentido y ha engañado» a los ciudadanos cuando decía que no negociaba en términos políticos con ETA, y ha actuado con «frivolidad, imprudencia e irreflexión» en la búsqueda del final de la violencia. Rajoy: «Hay que poner control en los fenómenos migratorios. Es evidente que esto es una avalancha y usted no hace más que complicar las cosas con medidas que suponen un efecto llamada» Zapatero: «No tiene ninguna política social, sólo la de inmigración. Desde hace 30 años no han movido un dedo para que los españoles tengan más derechos» Rajoy subrayó que con el Gobierno de Aznar la organización terrorista estaba en las últimas, el pacto antiterrorista funcionaba y Batasuna estaba fuera de las instituciones. Ahora, según el candidato del PP, la situación es la inversa. Rodríguez Zapatero respondió con una observación y una pregunta. Recordó que fue Aznar el que habló de Movimiento de Liberación Nacional Vasca para aludir a la organización terrorista e interrogó: «si ETA estaba acabada, ¿cómo le atribuyeron el atentado del 11-M?». El presidente del Gobierno también rememoró que el PP se llenó la boca con predicciones apocalípticas sobre el futuro del país y las reformas estatuarias, entre ellas «se rompe España», frase que Rajoy negó haber pronunciado y reprochó a su contrincante que hubiera abierto «un melón que nadie quería» cuando impulsó y apoyó esas iniciativas. «Usted no tiene ni idea de lo que es la nación española», tronó el candidato popular. «Ni España se rompe ni Navarra se ha entregado a ETA ni Cataluña ha entrado en un proceso de secesión», replicó el presidente del Gobierno. También se calentaron los ánimos con la inmigración. El presidente del Gobierno evitó hasta en dos ocasiones entrar al debate que buscaba el jefe de la oposición en este terreno. Rajoy abrió el libro de contabilidad y cuantificó que con el Ejecutivo socialista los permisos de residencia para extranjeros han pasado de 1,7 millones a 3,9 millones porque la regularización que hizo Rodríguez Zapatero provocó un efecto llama da que «se oyó en todo el mundo». Ahí entró el presidente del Gobierno al cuerpo a cuerpo y rememoró que el Gobierno del PP regularizó inmigrantes con presentar «una factura de una noche de hotel» o un «bonobús». «¿Qué es eso?», dijo estupefacto Rajoy. La política exterior sirvió para que ambos dejaran caer sus respetivas consignas. El presidente del Gobierno sintetizó su postura en la huida de «la foto de las Azores», el rechazo a «la guerra ilegal» de Irak, la retirada de las tropas y las buenas relaciones con Marruecos «después de Perejil». El jefe de la oposición fue aún más sucinto: «yo con Merkel y Sarkozi, usted con Chávez y Castro». Rajoy: «Quiero que la niña que nazca en España tenga una familia con trabajo y una vivienda. Quiero que sienta un hondo orgullo de ser española» Zapatero: «No puedo prometer que todas las personas tengan éxito en su vida, pero sí me puedo comprometer a que todos tengan las mismas oportunidades de tener éxito» El presidente del Gobierno y el líder del PP se arrojaron por encima un aluvión de cifras para defender el uno la gestión económica y para criticarla el otro. Rodríguez Zapatero recordó durante el debate de investidura que Rajoy le puso deberes: crecer el 3% y crear dos millones de empleos. Pues bien, resaltó el jefe del Ejecutivo, en estos cuatro años la economía ha crecido el 3,7% y se han creado tres millones de puestos de trabajo. El candidato popula r obvió esa referencia y reprochó a su adversario que se encerrara en las grandes cifras macroeconómicas. En definitiva, un debate que reprodujo en dosis concentrada los discursos de la campaña electoral, con unas intervenciones más centradas en las críticas al oponente que en hacer propuestas y adquirir compromisos de futuro.

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