Diario de León

Los momentos más tensos durante el segundo debate se vivieron en torno a ETA, el 11-M, Irak y la unidad de España

El intenso cuerpo a cuerpo de Zapatero y Rajoy acabó eclipsando las propuestas

El presidente repitió despedida y el popular reivindicó la niña de «mi cabeza y mi corazón»

Sergio Barranechea

Sergio Barranechea

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Ramón Gorriarán - madrid
León

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José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se enzarzaron en un intenso cuerpo a cuerpo en el segundo debate electoral que eclipsó las propuestas. Fue un cara a cara más vivo, más dinámico que el de hace una semana, con momentos tirantes en torno al diálogo con ETA, la guerra de Irak, el 11-M y la cohesión territorial de España. El candidato socialista ofreció a su adversario un apoyo total del PSOE al próximo gobierno, sea el que sea, en la lucha antiterrorista, pero no encontró reciprocidad en los mismos términos. El aspirante popular replicó a su vez con un reto al socialista, para que apoye una norma que impida la persecución del castellano en Cataluña, y tampoco fue correspondido. Se esperaba que ambos candidatos destaparan el tarro de los compromisos de futuro, pero no fue tal. Propuestas las hubo, pero todas conocidas, todas gastadas y amortizadas con anterioridad durante la precampaña y la campaña. Rodríguez Zapatero atacó los flancos, a su juicio, más débiles de Rajoy: la falta de apoyo al Gobierno en la lucha antiterrorista, la guerra de Irak y los atentados del 11-M; el candidato del PP, a su vez, puso el acento en el frustrado diálogo con la organización terrorista, la discriminación del castellano en Cataluña y los riesgos para la unidad de España. Zapatero: «Quiero asumir un compromiso: sea cual sea el resultado de las elecciones, el PSOE apoyará al gobierno, sea el que sea, en la lucha contra el terrorismo» Rajoy: «Sea cual sea el resultado electoral, yo apoyaré al gobierno que quiera luchar contra ETA, no a un gobierno que quiera negociar con ETA» El jefe de la oposición no apeló esta vez al recurso tremendista de hablar de la traición a las muertos o agredir a las víctimas; lo hizo, en cambio, Zapatero, quien recordó que en esta legislatura han muerto cuatro personas a manos de ETA, mientras que en la anterior de Aznar los terroristas asesinaron a 238 personas. El dato sorprendió al líder del PP: «no creía que iba a utilizar a los muertos». Pero no se amilanó y también recurrió a la munición gruesa: «usted ganó las elecciones (de 2004) por Irak y el 11-M». Rodríguez Zapatero no soltó la presa y, con la mirada puesta en la cámara de televisión, asumió el compromiso «solemne» de que «sea cual sea el resultado del próximo domingo las elecciones, el PSOE apoyará al Gobierno de España en la lucha antiterrorista sin condiciones. Me gustaría oírle decir lo mismo». Rajoy aceptó el envite y se comprometió a que «sea cual sea el resultado apoyaré al Gobierno si el Gobierno quiere luchar contra ETA, y no apoyaré al Gobierno para negociar» con los terroristas. Y ahí se perdieron en disquisiciones sobre cómo debe ser el respaldo de la oposición al Ejecutivo en esta materia. El candidato socialista apeló después a la guerra de Irak y preguntó a su contrincante si seguía «apoyando la guerra de Irak» o si creía que «fue una buena aventura». Zapatero planteó estos interrogantes después de que el popular recurriera a un presunto apoyo de España, cuando ya gobernaban los socialistas, a una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas al envío de tropas a ese país para apoyar a las tropas norteamericanas. Zapatero: «Creemos firmemente que para defender España no hace falta atacar ni a Andalucía, ni a Cataluña ni al País Vasco» Rajoy: «Usted tiene convocado un referéndum de secesión en el País Vasco, y en Cataluña su socio ERC tiene anunciado otro» El candidato popular recuperó el tono en el bloque de política institucional con la denuncia de que un ciudadano ha sido multado por la Generalitat en Barcelona por que rotula su negocio inmobiliario en castellano. Rajoy instó a su interlocutor a apoyar una ley en la próxima legislatura que impida este tipo de actuaciones. Rodríguez Zapatero eludió el envite y se refugió en que la política lingüística en Cataluña es la misma que desarrolló el PP cuando gobernaba, y entonces «usted ni la pió». El presidente de los populares también llevó la iniciativa en el apartado de inmigración y obligó a actuar a la defensiva al presidente del Gobierno. Sostuvo que el control en las fronteras es insuficiente, reprochó la regularización de extranjeros y subrayó que se ha llegado a una situación de que «algunos españoles pueden verse perjudicados» ante los inmigrantes en la concesión de ayudas económicas o sociales. Lo que ocurre, contestó el candidato socialista, es que el PP sólo entiende «el ordeno y mando» en política de inmigración, y el PSOE prefiere «el diálogo» con empresarios y sindicatos para integrar a los extranjeros. «Pura propaganda», apostilló el popular. El debate también se caldeó en el capítulo de educación y vivienda, pero hubo momentos más distendidos, como cuando tocaron el incremento del coste de la vida. Salieron a colación los precios de las patatas, las anchoas y los huevos. Zapatero: «Tenemos que lograr que cuatro de cada cinco jóvenes sigan estudiando más allá del bachillerato. Tenemos que potenciar el estudio de las matemáticas, de la lectura y del inglés» Rajoy: «El problema que tiene usted es que no está en la realidad. La educación está mal, las tasas de abandono y de fracaso son tremendas» En este capítulo, ambos se enredaron en una discusión surrealista sobre la primera pregunta que hizo Rajoy a Zapatero en el Parlamento. El presidente sostuvo que entonces no le preocupaba la economía al líder de la oposición y el líder de la oposición acusó al candidato socialista de mentir y se enrocó en que sí habló de economía. Zapatero volvió a recurrir en la despedida al «buenas noches y buena suerte», mientras Rajoy volvió a reivindicar a «la niña que va a casarse y va a estudiar. Esa niña está en mi cabeza y mi corazón».

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