La policía busca al autor de los disparos entre los etarras «con experiencia»
Alto y de complexión fuerte. Tras oír esta primera descripción del asesino del militante socialista Isaías Carrasco, expertos de las fuerzas de seguridad pensaron de inmediato en Jurden Martitegi. Este terrorista, de unos dos metros de altura, es miembro del nuevo comando Vizcaya y sospechoso, junto a Arkaitz Goikoetxea, de haber participado en más de una decena de atentados, la totalidad de los ejecutados desde que la banda terrorista rompiera su alto el fuego, el 6 de junio del pasado año. Sin embargo, fuentes de la lucha antiterrorista pusieron pronto en cuarentena esa posibilidad, que no descartan, pero a la que de momento no dan más valor que el de una mera hipótesis. Los investigadores manejan otra, muy plausible, como que los principales autores del atentado se hayan desplazado desde el sur de Francia para perpetrar el asesinato y que allí hubiesen vuelto una vez cometido el crimen. Estos veteranos policías saben que cualquier etarra no es capaz de asesinar con una pistola a sangre fría y a medio metro de la víctima y su familia y que esta deleznable cualidad es más probable en un etarra con experiencia, de los que forman en el país vecino los comandos de reserva, que en un terrorista recién reclutado. La Policía tiene constancia de que en el País Vasco francés, a las órdenes directas de Garikoitz Aspiazu Txeroki, jefe de los comandos operativos de la banda terrorista, hay pistoleros capaces de realizar un atentado como el de ayer en Mondragón. No en vano, en el sur de Francia ya se han repartido carteles con las fotos de etarras buscados como Aitzol Iriondo, Asier Eceiza, Iurgi Mendinueta, Izaskun Lesaka Iratxe Sorzabal. De hecho, Iriondo ya demostró hace tres meses que es capaz de ser un frío asesino. Es la persona que, según se sospecha, ejecutó de sendos disparos en la cabeza a dos guardias civiles desarmados e indefensos en Cap Bretón (Francia). La captura de Martitegi y Goikoetxea es la gran obsesión de las fuerzas de Seguridad, pero sus expertos no olvidan que ETA ha demostrado poseer infraestructura en Guipúzcoa.