OPINIÓN
El Estado bipolar
LA VICTORIA ha sido amplia pero no tanto como deseaba y en privado vaticinaba Zapatero. No ha funcionado la estrategia de desmovilización que habría ensayado el PP, cuya derrota, muy digna en la pantalla aritmética, aplaza más o menos el juicio sumarísimo que pudiera abrirle a Rajoy su partido. Ese juicio debería extenderse a la política de acoso y derribo al Gobierno que, sobre todos los asuntos de Estado, ha desarrollado la dirección popular durante esta legislatura. De ahí que el poder interno en Génova 13 no piense autojuzgarse, por lo que podríamos vivir una legislatura clonada de la anterior. Esa hipótesis no es alentadora. Pero el fracaso de la desmovilización habría beneficiado tanto o más al PP que al PSOE. Los populares aumentan su número de escaños, pero ello no impide que la victoria del PSOE ofrece a Zapatero la posibilidad de gobernar con menores condicionamientos. El desplome electoral de Ezquerra Republicana supone un alivio tanto para el president Montilla, que para los pactos parlamentarios que se hilvanen en Madrid. Se ha impuesto de forma rotunda la bipolaridad política, la división ideológica y social de España en dos partidos con dificultades para su mutuo entendimiento. Y eso parece disminuir la influencia de los nacionalismos periféricos, entre los que CiU ha resistido con firmeza, mientras que en el País Vasco parece debilitarse ligeramente el PNV y volatilizarse Eusko Alkartasuna. Los catalanes le habrían dicho a Carod Rovira que el independentismo debería cuidar más sus formas y no aventurarse en absurdos proyectos consultivos. Zapatero podría disponer en el Congreso del apoyo del PNV, del BNG y de IU, cuyo mal resultado inspiró al coordinador Llamazares su dimisión fulminante. Esas tres fuerzas proporcionarían al próximo Gobierno socialista una mayoría suficiente para desarrollar su política social de igualdades varias, que obviamente se vería presionada por el peso mayor de los escaños del PP. Rajoy felicitó anoche a Zapatero, como es norma en toda democracia, y en las declaraciones de los dirigentes del PP no hubo reticencias que pudieran interpretarse como una deficiente aceptación de su derrota. Los españoles bipolarizado más a España. Esa es una realidad que, con sus inconvenientes va a fortalecer obviamente al Estado frente a cualquier corriente centrífuga.