Lo más lejos de los focos
El máximo responsable del PP, Mariano Rajoy, trató de concentrarse y pasar lo más inadvertido posible antes de su intervención ayer ante el comité ejecutivo de su partido
El presidente del PP, Mariano Rajoy, se esforzó durante toda la mañana de ayer por alejarse lo máximo posible de los focos y los micrófonos de la prensa, concentrado en la trascendental intervención que, a partir de las cinco de la tarde, iba a desgranar en la reunión del comité ejecutivo de su partido, en la que se analizaba su continuidad tras la derrota electoral del domingo. El líder popular se encerró en su despacho de la calle Génova a primera hora de la mañana y sólo abandonó la sede del PP para acudir a la obligada cita con el homenaje de Estado en la estación de Atocha a las víctimas de la matanza del 11-M. Allí se le vio incómodo y huidizo. Pocos minutos antes del inicio del acto, Rajoy entró a la tribuna reservada para la autoridades sin pararse a hablar con nadie, y abandonó el recinto, de igual manera, en cuanto lo hicieron los Reyes. En el cuarto de hora largo que estuvo en la zona de autoridades de Atocha no se movió de un discreto segundo plano y, en todo momento, salvo durante la ofrenda floral, se colocó de espaldas a las cámaras de televisión y a los fotógrafos, que pese a intentarlo con insistencia no lograron grabar su cara. Su posición defensiva de la prensa hizo que ni siquiera viese entrar a la comitiva de los Reyes y al presidente del Gobierno cuando llegaron al recinto del homenaje, aunque pasaron a pocos metros de él. Su ubicación más que discreta evitó el encuentro con Rodríguez Zapatero.