El mundo rural, donde reside el 44% de inmigrantes, carece de recursos para facilitar «la principal vía de integración»
Medio millar de inmigrantes acuden cada curso a clases para hablar español
«La lengua es el principal vehículo de integración. Es la llave que te abre las puertas en un país extranjero», asegura Marta Montiel, profesora de español para inmigrantes en Accem. «Sin hablar español no puedo salir de casa», admite Fatima Safahi, una joven licenciada en Geología que hace un año decidió emigrar de Meknes (Marruecos) a León y va a clases de español a la Fundación Sierra Pambley. Medio millar de inmigrantes acuden cada curso, cuando pueden, es decir, de forma bastante irregular, a las aulas de español que ofrecen en León, Ponferrada y San Andrés oenegés, sindicatos y fundaciones. Los tres municipios mayores de la provincia aglutinan al 56 por ciento de la población inmigrante que reside oficialmente en León, 17.201 personas según la última revisión del padrón municipal a 1 de enero de 2007. El 44 por ciento restante, que reside en municipios de menos de 20.000 habitantes, carece de oferta de cursos de español, salvo raras excepciones como Astorga. Es el segundo curso que el centro de educación de personas adultas Lyda ofrece una hora semanal de español para inmigrantes. «Tengo una alumna árabe que viene de Puente Villarente una vez a la semana, cuando puede. La dejo el material preparado. Allí no tiene ninguna opción para estudiar el idioma», explica Carmen Viadas, maestra de profesión y desde hace dos cursos tutora de los cursos de español para inmigrantes que imparte el sindica UGT en León. Frente a la falta de constancia en la asistencia - «la gente tiene que trabajar»- el profesorado destaca la «alta motivación» de las personas inmigrantes en las clases. Bazier, un joven de Burkina Faso, que acaba de cumplir un mes en León aprovecha el tiempo: por las mañanas acude a clase a Accem, en el barrio de Paraíso Cantinas de San Andrés, y por las tardes a Sierra Pambley, que cumple un año de experiencia en la enseñanza del español para inmigrantes. Aún así sorprende que ya sea capaz de expresarse en español y entender lo que le preguntan. Pero no todo el mundo va tan rápido. «Desde hace tres meses puedo responder a la gente», reconoce Fatima Safahi, que lleva poco más de un año en León y ha conseguido mejorar su trabajo, de empleada de hogar a ayudante de cocina, al poder desenvolverse en español. «El progreso es muy lento cuando no vienen con regularidad», afirma Carmen Barcala. En Cruz Roja, al igual que en Accem, se apoyan en el voluntariado para mejorar la atención a las personas que tienen más dificultades en el aprendizaje, que suelen coincidir con quienes son analfabetas en su idioma. «Es una felicidad cuando alguien que no sabe leer ni escribir en su propio idioma empieza a reconocer las palabras y los números. Es como un niño de cuatro años», señala. «En alfabetización me encontré con un chico que sólo sabía leer en mayúsculas. Era repartidor y aprendió a leer en los carteles de los pueblos», cuenta Elita Campazas, profesora de Geografía y, desde hace tres cursos, una de las 18 voluntarias de Cruz Roja que apoyan las clases de español. «Es un privilegio enseñar a hablar a una persona, porque sabes que eso le da libertad», apostilla. Aprender español es más que aprender una lengua o tener la oportunidad de comunicarse. «El aprendizaje de una lengua va unido al aprendizaje de una cultura», apostilla Marta Montiel. Por eso, casi todos los programas de enseñanza de español se complementan con actividades culturales, excursiones a la provincia y degustación de productos típicos, explica la profesora de Accem. A su vez, implica, casi siempre, conocer la situación que viven las personas. En estas clases no importa si el alumnado tiene «papeles» o no. Sólo cuenta la necesidad de comunicarse. «Hay que incentivarles para conseguir una autonomía personal y unas pautas de conducta, respetando los esquemas culturales propios que les permiten integrarse en la nueva sociedad», subraya el manual de Cruz Roja. ALUMNADO 2007 Sierra Pambley Cruz Roja UGT