Habeen: «Enterré a mi esposo en Pakistán y ahora mis hijos no pueden visitar su tumba»

Tahira Habeen es pakistaní, pero hace tres años que no pisa su país. Fue un triste, largo y costoso viaje para enterrar allí a su marido, nacionalizado español y jubilado de la minería. Decidió trasladar sus restos «porque aquí no podía enterrarlo según nuestras creencias», explica. Ahora «me arrepiento», apostilla. «Ya no me quiero ir de aquí, la situación de Pakistán es muy difícil y estoy criando aquí a mis hijos, una ya está en tercero de Medicina», aclara. Por eso ve necesaria la adecuación de un espacio independiente para cementerio musulmán y respalda la iniciativa de la comunidad islámica de León. «Entonces, la única alternativa era Madrid. No lo pensé. Ahora mis hijos no saben donde está la tumba de su padre, ni le podemos llevar flores». Es costumbre en la religión islámica arreglar las tumbas de los familiares difuntos y ponerles flores en el mes de Muharram. En Pakistán las mujeres no acompañan a los hombres al cementerio el día del entierro; sí después.