Mirando hacia La Meca

León ya cuenta con un cementerio musulmán, pero hay que averiguar si los 400 metros cuadrados que fueron destinados a este fin durante la Guerra Civil están saturados de sepulturas o no. En los dos últimos años se han producido cuatro enterramientos, tres de ellos de niños, pero la comunidad musulmana prefiere un «lugar independiente e íntimo» gestionado por ellos mismos. Un empleado del camposanto conduce a la comitiva de la asociación Ibn Khaldun al lugar donde fueron sepultados, entre 1936 y 1936, un total de 57 soldados de los diferentes Tabores que Franco trajo a España para luchar en la Guerra Civil. Otros seis, según un documento del Archivo Municipal de León, fueron inhumados en el cementerio civil. Los promotores de la iniciativa de solicitar una nueva parcela al Ayuntamiento de León para dar sepultura estudian el lugar. No ven claro que las últimas inhumaciones se ajusten a las necesidades se ajusten al ritual musulmán. Aunque las tumbas están perfectamente diferenciadas por estar marcadas con ladrillos, echan en falta la orientación adecuada y una estela en la que se recuerde el nombre del difunto. Youness, Mbarek y Said están sorprendidos del anonimato de la parcela. Muy pocas personas saben que allí hay un cementerio musulmán, ni que los restos pertenecen a soldados de la Guerra Civil. «Debería de haber un recuerdo», señalan.Pero el hoy olvidado cementerio musulmán fue un motivo de preocupación para los sucesivos gobiernos de Franco, al menos hasta los años 60. Este recinto se encontraba entonces extramuros del camposanto leonés y separado de éste por un camino de ocho metros. En 1961, un informe municipal reconocía al director general de Administración Local que un vendaval (en 1953) había derrumbado su pared de cerramiento y que «las restantes están deterioradas y en muy malas condiciones». Cifra en diez mil pesetas los gastos de reparación y en 1.500 anuales los de su conservación. El Ministerio de Gobernación exhortó al municipio de León en 1962 «la decorosa conservación de los recintos en que descansan los que dieron su vida en defensa de España, no sólo por el respeto que merecen quienes así nos ayudaron, sino por ser lugares que visitan personalidades y comisiones marroquíes y de los países árabes y que interesa no sean origen de posibles perniciosas campañas desde el exterior», prevenía el alto cargo franquista.