Autoridades y ciudadanos se desplazaron ayer hasta el Congreso para despedir al ex presidente
Emotivo adiós a Calvo-Sotelo antes de que sea enterrado hoy en Ribadeo
Los Reyes acudirán el próximo jueves en Madrid al funeral de Estado que se celebrará en su honor
Los Reyes Juan Carlos y Sofía, los Príncipes de Asturias, el presidente del Gobierno, representantes de las instituciones del Estado, líderes y portavoces políticos acudieron ayer al Congreso de los Diputados para dar el último adiós a Leopoldo Calvo-Sotelo. Su capilla ardiente, instalada en el Salón de los Pasos Perdidos, el más solemne del edificio que acoge la cámara baja, abrió a mediodía sus puertas para que los cientos de ciudadanos que se acercaron hasta la Carrera de San Jerónimo y que formaron largas colas desde primera hora de la mañana pudieran entrar y despedir al ex presidente. El féretro con los restos de Calvo-Sotelo, cubierto por una gran bandera de España, llegó al Congreso a las diez de la mañana a hombros de ocho soldados. Desde el golpe de Estado del 23-F, que tuvo lugar precisamente durante la sesión de investidura del fallecido, no se veía a militares armados dentro de la Cámara Baja. Ese tabú quedó superado ayer con la imagen de los soldados de los tres ejércitos y la Guardia Civil que, fusil al hombro, montaron guardia junto al cadáver del ex presidente. Un miembro de la cúpula militar advirtió a estos jóvenes de que estaban «haciendo historia». El Collar de Carlos III Recibieron el féretro el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su esposa, Sonsoles Espinosa, y los presidentes del Congreso y del Senado, José Bono y Javier Rojo. Los Reyes Juan Carlos y Sofía y los Príncipes, vestidos de luto, llegaron a la cámara baja poco antes de las once para dar el pésame a la viuda, Pilar Ibáñez-Martín, y a sus hijos. Emocionado, don Juan Carlos depositó al pie del ataúd el Collar de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, mención creada en 1771 y que sirve hoy para premiar a quienes prestaron servicios «eminentes y extraordinarios a la Nación». Presidía la capilla, en la cabecera del ataúd, una bandera roja y gualda adornada con un crespón negro. La urna, de color marrón, permaneció abierta toda la jornada, aunque semicubierta por otra bandera de España que tapaba al fallecido de cintura para abajo. A ambos lados del ataúd, autoridades, familiares y amigos sentados en filas de sillas velaban el cuerpo sin vida. Decenas de coronas, entre ellas una enviada por el Rey, cubrían las cuatro paredes de la estancia. Antes de la apertura al público, desfilaron por la capilla ardiente el presidente del PP, Mariano Rajoy, el ex presidente del Gobierno José María Aznar, el hijo de Adolfo Suárez -otro ilustre de la Transición-, Adolfo Suárez Illana, y personalidades coetáneas de Calvo Sotelo en aquellos años difíciles, entre ellos los padres de la Constitución Manuel Fraga, Gregorio Peces-Barba y Miguel Herrero de Miñon, y el que fuera jefe de la Casa del Rey Sabino Fernández Campo. Todos señalaron el papel decisivo que para la consolidación de la democracia desempeñó Calvo-Sotelo durante los 22 meses que gobernó el país.