De Peter Pan a Capitán Garfio

González Pons fue el senador más joven de España en 1993, cuando tenía tan sólo tenía 29 años, y vuelve a la dirección nacional cuando ya peina canas. Es un aventurero de la política en un partido conservador. Un diputado que concita el consenso de todos en su partido porque pertenece a una nueva generación de dirigentes de la derecha más moderna aunque cuenta con pedigree acreditado a base de que mamó el aznarismo en sus primeros años entre los populares, como portavoz en el Senado y secretario de Política Autonómica entre 1999 y 2003. Es la cara y la cruz del político popular, el hombre bueno y el desalmado a la vez. Porque es capaz de encandilar a sus potenciales votantes con su verbo florido; vive un romance indisimulado con los medios de comunicación y dispone de recursos teatrales suficientes como para ilusionar hasta a sus deprimidos comilitones (tirios y troyanos lo querían como portavoz en el Congreso o el partido). Al mismo tiempo, es un peligroso enemigo político, especializado en zancadillas, entradas sucias y veneno a domicilio con el que mata a sus piezas suavemente y sin escándalo. A su liderazgo innato y su capacidad de seducción añade una lengua tan afilada que hiere de muerte al adversario. Y si no que se lo pregunten a Eduardo Zaplana, una de sus víctimas, a la que abatió a base de mucha mano izquierda y maniobras en la oscuridad, en fiel servicio a su amigo Francisco Camps. Una de sus películas favoritas es Piratas del Caribe porque Pons quiere ser Jack Sparrow. Un Peter Pan que nunca crece, un intrépido joven que se las sabe todas. Pero Pons también puede ser el Capitán Garfio, según cuando y según con quien. Bien lo sabe María Teresa Fernández de la Vega, que lo conoció como competidor implacable en las últimas generales en Valencia. La vicepresidenta y candidata socialista sufrió un auténtico calvario en tan corto espacio de tiempo, lo que le valió a Pons el pasaporte para el nuevo cargo que ahora ocupará en la dirección del PP en la que, sin duda, estará dedicado a minar la imagen y la credibilidad de Zapatero. Pons viste vaqueros y camisa blanca, y su vida tampoco se ajusta a los cánones tradicionales. Está divorciado, tiene dos hijos y ahora espera el tercero de su segunda esposa, Pilar Bertolín.