Mil canales esperan salida, sin que el resto de mataderos pueda absorber la demanda
«No es problema de que la Junta cierre el matadero, sino de que Bruselas no permite que se mantenga en sus condiciones» EDUARDO FERNÁNDEZ, delegado de la Junta en León Cerrar la cadena de transformación cárnica no es como poner candado a una fábrica de lapiceros. Que le pregunten a los industriales que tienen más de un millar de canales de carne en las cámaras del matadero de Oteruelo. Y con serias dudas sobre las posibilidades de sacarlas adelante. Esto, para el gremio de industriales cárnicos, significa acometer un proceso de trabajo que va más allá de coger la carne y trasladarla al puesto de venta. El despiece en las salas es imposible, según la orden de cese de actividad, o cierre, que emitió la Junta: «Nadie puede trasladar una canal de vacuno entera, sin acometer un despiece; no podemos servirle a un cliente una vaca entera si nos piden un solomillo», explican los entradores, contrariados por la orden de cierre que les pilló desprevenidos. Negocio, fuera de León Cien industriales trabajan a diario en el matadero de León; más de dos tercios son minoristas -un dato que revela el recorrido transversal del sector- y el resto abordan retos comerciales más amplios. «¿Que dónde vamos? Si cierran León y cerraron Ponferrada, no hay en la provincia ninguna instalación capaz de resolver esta demanda», responden desde el sector. Una res en el tendedero Situación que raya con el absurdo y que debe afrontar el sector industrial. La carne necesita un manejo desde que la res entra al patíbulo hasta que llega al consumo. «Vale, podemos ir a un matadero fuera de la provincia para matar. Pero luego no tenemos cámaras para colgar las canales», cuestionan los industriales. Un negocio cárnico es peculiar, no se puede colgar una res en el tendedero, ironizan para no iniciados. Las dos varas de medir Las instalaciones cerradas en León ofrecen una estructura moderna y renovada que para sí quisieran algunos de los mataderos de provincias como Valladolid y Palencia, que permanecen abiertos y cuyos medios y legalidad no se cuestionan desde la administración autonómica. Las dos varas de medir que crean perjuicios económicos a los leoneses elevan el grado de las sospechas entre afectados. El registro sanitario Una de las paradojas del cierre del matadero de León es que se produce cuando la instalación está pendiente de un registro sanitario, aunque los industriales cuentan con una licencia propia con todas las condiciones, que se basa, entre otros requisitos legales, en una memoria de actividad que tiene su referencia en las propias instalaciones ahora cerradas. El cese de actividad se justifica peor cuando la producción cumple con todas las exigencias sanitarias. La carne y detrás de la carne El valor del negocio cárnico en León no necesita avalistas. Tampoco la actividad económica que genera, que da cientos de empleos que con estos ajetreos penden de un hilo.