El centro de arte vuelve a reinventarse por décima vez con cinco proyectos expositivos que podrán verse hasta septiembre
El Musac inaugura hoy la temporada más «surrealista» de toda su historia
El museo muestra obras de Attoe, Ana Laura Aláez, Slimane, Carmela García, y Gonzalez-Foerster
«La labor del Musac se ha visto refrendada por el público, ya que ha tenido casi medio millón de visitantes» MARÍA JOSÉ SALGUEIRO, consejera de Cultura de la Junta de Castilla y León No hay nexo de unión entre las cinco grandes exposiciones que hoy inaugura el Musac. Se trata de cinco monográficas de artistas cuyos trabajos, en conjunto, resumen de alguna manera el inabarcable panorama del arte contemporáneo. Sin embargo, cabría tildar la décima temporada de exposiciones de surrealista; y ello, por dos razones: en dos de los artistas -el norteamericano Dan Attoe y la artista vasca Ana Laura Aláez- hay reminiscencias de René Magritte o Dalí; pero también resulta «surrealista» -en su componente más absurdo- que un grupo de periodistas no sepa si un montón de sillas dispersas en uno de los patios interiores del museo forman o no parte del proyecto creativo de Dominique Gonzalez-Foerster. Y es que el pase para la prensa, veinticuatro horas antes de la apertura oficial, parecía un guión de Ionesco. Al encontrarse una gran sala, que supone el primer contacto del espectador con la obra de la citada artista francesa, sólo había una estancia «vacía». Más de uno pensó que, por las premuras del montaje de las exposiciones, para las que apenas ha habido diez días, no había habido tiempo de instalar las piezas. Pero la obra es la nada. Se trata de una sala desnuda en la que un sonido de fondo evoca una tormenta tropical. Los más desconcertados eran los fotógrafos. «El sonido todavía no lo podemos retratar», comentaban entre risas. Frivolidades aparte, Nocturama es una propuesta espectacular. Una de las salas donde expone Gonzalez-Foerster -no acentúa su primer apellido, pese a que le viene de sus antepasados de Villagarcía de Campos (Valladolid)-, recrea un auténtico paraninfo y es la muestra evidente de que la artista domina a la perfección la puesta en escena y el juego de los espacios, en una especie de cinematógrafo de emociones. Un lugar que traslada al público a ese mundo mágico que es una sala de cine, donde el mundo de los recuerdos y las vivencias transcurren en una pantalla, donde se transcriben en luces y colores esas evocaciones. El chico de Yellowstone Si la anterior exposición fue, seguramente, la más «divertida» para el público infantil; la nueva, a pesar de que pretende abarcar un amplio espectro de tendencias, podría ser la más difícil de «digerir» por el gran público. Entre todas las exposiciones, resulta especialmente llamativa la propuesta del norteamericano Dan Attoe, quien, bajo un aspecto de leñador -de hecho, su padre es guarda forestal y en sus obras habla del famoso parque de Yellowstone (el de Yogui)- oculta un interesantísimo mundo interior. Attoe adentra al espectador en unos paisajes oníricos que, de alguna manera, reinventan y actualizan el surrealismo. El marco, es decir, la presentación de estos cuadros, muchos de ellos de pequeño formato, es también digna de mención, pues supone igualmente un auténtico juego, dadas las reducidas dimensiones del Laboratorio 987. El «divo» de Dior El «divo» de la moda Hedi Slimane -el único de los artistas que ayer no compareció ante la prensa- ofrece una síntesis de su trayectoria: moda y fotografía. El que fuera diseñador de Dior, ha montado una pasarela de moda por la que desfilan sus fotografías. El museo, para dar mayor perspectiva al espectador, ha montado una gigantesca escalera-andamio, para ver con cierta altura este peculiar desfile. Aviso a «ingenuos»: la alfombra de color negro brillante no se puede pisar. Slimane fue uno de los artistas «fichados» por el Musac en esa curiosa experiencia de captar durante unos días el festival de Benicàssim. La monográfica de Carmela García, titulada Constelación, es la más seductora de las exposiciones que albergará el museo hasta sepriembre. La artista no en vano es fotógrafa. La elección de las obras y el montaje están absolutamente pensados para captar y, evidentemente, seducir al espectador. Una prueba: casi todos los fotógrafos presentes en el pase de prensa «dispararon» la mayoría de sus instantáneas en esta sala. Hay una colección de retratos de «mujeres divinas», en la que no faltan las musas de Woody Allen (Scarlett Johansson) o de Almodóvar (Penélope Cruz), junto a Susan Sharandon, Naomi Watts o Meryl Streep. Escultura arquitectónica El Musac, que hasta ahora había ofrecido «pequeñas dosis» de escultura, se vuelca en esta ocasión con la artista vasca Ana Laura Aláez. Su Pabellón de escultura es un juego en el que el contenido es el continente y viceversa. Una gran pieza, que podría calificarse de arquitectónica, pero que, lejos de albergar, proteger o cobijar el resto de pequeñas piezas, es, en realidad, el eje sensible sobre el que gravita la muestra. Gigantescas chapas de acero encajadas caprichosamente como un mecano infantil. En torno a esta gran obra surgen otros conjuntos escultóricos en los que hay ciertos toques dalianianos, con una efervescente sexualidad digna de Freud. Hablando de sueños, Rafael Doctor aseguró que ciertamente estos tres años de funcionamiento del Musac han sido un sueño, porque «el museo y la gente de León estamos ya muy acoplados». Las palabras sonaron a despedida...