¿Cómo mirar a los ojos de los hijos tras un atentado?
Un acto promovido por el Gobierno vasco reivindica por primera vez el papel, tanto de la Guardia Civil como de la Policía, en la lucha contra la banda terrorista
Medio millar de víctimas de ETA reunidas ayer en San Sebastián, en un emotivo acto de homenaje promovido por el Gobierno vasco, exigieron a los partidos y sociedad vascos que planten cara sin ambigüedades al terrorismo y conviertan la lucha contra la banda en su prioridad. El acto, del que se autoexcluyeron el PP y Covite, la asociación de víctimas mayoritaria en Euskadi, se transformó en un grito a favor de la deslegitimación social de terrorismo y de quienes lo apoyan, la rehabilitación social de las víctimas y la unidad de acción política estable contra la organización criminal. El homenaje impulsado por el Ejecutivo de Vitoria, que reunió a los principales cargos institucionales y líderes políticos vascos, encabezados por el lendakari, Juan José Ibarretxe, reivindicó por primera vez el papel y el sacrificio realizado por la Guardia Civil y la Policía Nacional en la lucha contra ETA. Las familias de cuatro policías y un guardia civil, junto a la viuda del ex concejal socialista Isaías Carrasco, recibieron de manos del lendakari otras tantas placas conmemorativas en las que se leía: «Seremos seres enteros el día que podamos vernos en vuestras miradas». De hecho, el momento central del acto, el más emotivo, fue la intervención de Leoncio Sáinz, un guardia civil herido de gravedad en 1984, cuando ETA hizo estallar un coche bomba en el cuartel de Galdácano (Vizcaya). Ovación Sáinz fue interrumpido por una gran ovación y puso en pie a todo el auditorio cuando, tras recordar a Juan Manuel Piñuel, asesinado el jueves pasado en Legutiano, y a todos los guardias y policías muertos, dijo emocionado que «estamos aquí dando lo mejor que tenemos, nuestra sangre y nuestras propias vidas, por España, el País Vasco y la libertad». Sáinz recordó que los guardias civiles han sufrido «el desamparo en esta tierra durante mucho tiempo», pero miró al presente y añadió constructivo: «Lo han hecho ustedes bien». Se refería al solemne acto institucional del Parlamento vasco en el que guardias y ertzainas, por primera vez, rindieron juntos homenaje a Piñuel, un miembro del instituto armado. La misma reflexión, «algo ha cambiado» en Euskadi, se oyó de forma repetida en boca de varios de los portavoces de víctimas, aunque también todos, como Santos Santamaría, padre de un mosso d'esquadra asesinado por ETA, añadieron que «todavía falta mucho por cambiar». Iñaki García Arrizabalaga, hijo de un directivo de Telefónica asesinado en 1980, fue muy claro cuando concretó qué es lo que aún queda por mejorar. «La sociedad vasca debe a las víctimas del terrorismo, tras años de haberlas ignorado o marginado, cuando no estigmatizado, un compromiso prioritario y activo, liderado por sus representantes políticos, para deslegitimar socialmente al terrorismo», indicó. La directora de Asistencia a las Víctimas del Gobierno vasco, Maixabel Lasa, viuda del ex gobernador civil socialista de Guipúzcoa asesinado por ETA, Juan María Jáuregui, ahondó en esta prioridad, no sin antes destacar el importante camino recorrido en sólo un lustro. «Este acto -el segundo promovido por las instituciones vascas- hace cinco años fue imposible, hace diez años hubiese sido la ocurrencia de un loco, y hace quince años alguien lo habría calificado de provocación».