Diario de León

El presidente ofrece a los populares un entendimiento sobre el futuro de España

Zapatero cree que la crisis del PP es un «jeroglífico sin solución»

Asegura que a socialistas y populares les unen los mismos «principios de convivencia»

Zapatero regresó al lugar de nacimiento del capitán Rodríguez Lozano

Zapatero regresó al lugar de nacimiento del capitán Rodríguez Lozano

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Paula de Las Heras - alange
León

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La recuperación de la memoria histórica también ha dejado de ser una prioridad para José Luis Rodríguez Zapatero. Ni siquiera en su visita a Alange, el pueblo donde nació el capitán republicano Juan Rodríguez Lozano -el tan reivindicado abuelo fusilado durante la guerra- cayó el jefe del Ejecutivo en la tentación de recuperar una de sus principales banderas durante la legislatura pasada. Al contrario, lanzó un mensaje conciliador. Una mano tendida a un PP al que, aún así, no ahorró la estocada. Su crisis es, dijo, «un jeroglífico sin solución», pero como partido representa un «número importante» de españoles. «Y debe saber -añadió- que el Gobierno está dispuesto al acuerdo sobre aquello que nos une, que son España y los principios de la convivencia». Es el reflejo del perfil bajo que el jefe del Ejecutivo quiere imprimir a su segundo mandato. Tras una primera legislatura convulsa y cargada de polémicas en torno al diálogo con ETA, la reforma del Estatuto de Cataluña, la ley de la memoria y el 11-M Zapatero busca, según sus propias palabras, «serenidad». Pero tras esta declaración de intenciones se esconde también una postura táctica. No hará nada para desviar el foco de atención de los problemas internos que vive el primer partido de la oposición. De ahí, que evite declaraciones conflictivas y que la actividad gubernamental se mantenga bajo mínimos. En otro momento habría cabido esperar que en su visita al pueblo extremeño de su abuelo -adonde acudió a celebrar, como prometió en campaña, la victoria socialista- se sumergiera en un panegírico sobre los valores republicanos. No. Esta vez ni siquiera nombró a su antepasado. Sí lo hicieron el alcalde de la localidad, Juan Pulido, el ex presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el secretario general de UGT, Cándido Méndez. Pero no Zapatero. Y eso que en el pueblo, donde la mitad de los habitantes se dicen parientes lejanos del presidente, le dan importancia al asunto. Ante la debilidad de su máximo rival, el líder de los socialistas optó por jugar la baza del partido estable, dispuesto a aparcar cualquier elemento de desunión. Hizo así un esfuerzo por situarse en un espacio político que tradicionalmente se ha adueñado el PP y aseguró que ambas formaciones comparten su amor a España. Por eso, insistió, ha llegado el momento de dejar de discutir sobre «quien está más contra ETA» o sobre «quiénes somos mejores españoles». «Todos igual nos sentimos españoles y todos deseamos el fin de la lacra terrorista», subrayó. La diferencia, conforme a su tesis, es que ahora sólo el PSOE está en posición de servir a España porque, mientras los socialistas van a celebrar un congreso para discutir sobre las necesidades del país, los populares lo harán para hablar de «sus problemas». Y encima, según su criterio, no conseguirán resolverlos. «Resulta que los hay que quieren la misma política y que cambie el líder, y quienes quieren una política distinta, pero con el mismo líder; es un jeroglífico que no tiene solución», zanjó.

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