Diario de León

Lecciones contra el cáncer

Conseguir los objetivos escolares se ha comprobado como una ayuda para que niños y niñas que pasan por la experiencia de una enfermedad oncológica «vean un futuro»

León

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Melania es el nombre ficticio de una niña real. Este curso lo empezó a caballo entre su casa y el hospital, donde ingresaba cuando la quimioterapia, que le suministraban para tratarle un tumor, minaba sus defensas. Su profesora era una de las pocas personas autorizadas a visitarla, además de la enfermera. Las cuentas, los ejercicios de lengua y las tareas de conocimiento del medio se convirtieron en parte de su terapia para salir adelante. Asisitó a clases, en ocasiones, conectada a una sonda que la alimentaba cuando no podía ingerir alimentos y cuando la intervención directa no era posible a causa de su estado de salud, esperaba diariamente la llamada de su profesora. Inés Caramés, que cumple su tercer curso en el programa de Cáritas para la atención educativa a alumnado enfermo, subraya que desde fuera «intervenir con niños o niñas que pasan por un cáncer parece lo más difícil, pero lo cierto es son muy fuertes. Estoy segura de que si esto le ocurre a una persona adulta no tiene la misma fortaleza», asegura. ¿Y cuál es la clave de esta fuerza? «Que se ven con un futuro», responde la profesora. «Conseguir objetivos escolares les ayuda a ver un futuro y a tener esperanza», apostilla. Melania acaba de empezar sus vacaciones, como cualquier escolar de la provincia y en septiembre volverá a su escuela de siempre. Pero Inés y ella no se han despedido, «nunca nos despedimos porque siempre estamos pendientes». No es el único caso que Inés Caramés, que trabaja dentro del programa de Cáritas en la comarca del Bierzo, atiende en una larga convalecencia a causa del cáncer. En los dos últimos cursos ha seguido de cerca a otro niño a quien también esta enfermedad le apartó de la escuela. Pasó del hospital a casa y cuando empezó una notable mejoría se optó por combinar la atención en casa con períodos de asistencia a la escuela «en horarios en los que el chico podía rendir», explica la maestra. La atención directa en casa tiene la ventaja de que se crea un clima de ntendimiento y complicidad para el trabajo entre maestra y alumno o alumna, pero también se corre el riesgo de que ese hilo derive en un exceso de dependencia de la profesora. Por eso, aclara Inés Caramés, «llega un momento en que tienes que empezar a soltar y favorecer que se socialice». La vuelta al cole no es proceso fácil, sobre todo cuando se trata de criaturas que se ven obligadas a pasar períodos prolongados en el hospital o cuya enfermedad le impide hacer cosas hasta que recuperan de nuevo el equilibrio físico y psicológico necesario. La atención educativa a niños y niñas que pasan por un proceso de larga convalecencia exige una cuidadosa coordinación con la comunidad médica y el centro escolar donde están matriculados. «Mi experiencia es que los colegios se vuelcan y por parte del hospital hemos tenido muy buenas respuestas», admite. El apoyo psicológico también forma parte del programa, sobre todo cuando se trata de casos tan graves y con una recuperación lenta y llena de incertidumbre. Además de los niños y las niñas son las familias, madres y padres, quienes demandan esta atención. El desconocimiento de la enfermedad, el peso de las cargas familiares son factores que hay que afrontar en estas intervenciones. Para ello ha utilizado técnicas de control emocional y de pensamiento y ha fomentado las relaciones interpersonales. El contacto con otros casos niños y niños que han pasado por el programa con enfermedades similares ha sido muy positivo para alguna de estas madres. «Son madres coraje», reconoce la maestra. En este sentido, admite que «no tiene nada que ver la atención puntual a un caso de un niño que se ha roto un hueso, que las convalecencias prolongadas» por enfermedades oncológicas y otros procesos graves, como casos de escolares con la enfermedad de Perthes, una patología de la cadera del niño en la que se produce una debilidad progresiva de la cabeza del fémur (la «bola» de la cadera) y que puede provocar una deformidad permanente de la misma. El programa se va de vacaciones oficialmente, pero el teléfono sigue abierto. «Es un trabajo muy satisfactorio y, por suerte, hasta ahora las evoluciones de mis alumnos y alumnas han sido positivas», concluye Inés Caramés.

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