Diario de León

En su intervención, el presidente prometió lealtad a los ideales del «socialismo democrático»

Para Zapatero, «es una exigencia moral ser optimista ante la crisis»

Los objetivos, mantener las políticas sociales y de empleo sin rebajar la ayuda al desarrollo

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Paula de las Heras - madrid
León

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Ser optimistas es algo más que un acto racionalidad, es una exigencia moral, un rasgo de decencia y, si me lo permitís, hasta de elegancia». El presidente, José Luis Rodriguez Zapatero había concebido el 37 Congreso de su partido casi como un acto lúdico, una celebración de su victoria electoral, pero acabó por dedicar la mayor parte de su informe de gestión a insuflar ánimo a las bases y a construir un escudo frente al aluvión de críticas que ha recibido por su gestión de la crisis económica. El líder de los socialistas admitió que el partido que hace tan sólo cuatro meses ganó las elecciones generales con once millones de votos se enfrenta ahora a adversidades y situaciones desfavorables. Pero se negó a cambiar el discurso con el que, en plena campaña, capeó unos datos que ya hacían presagiar una fortísima desaceleración económica. «Estoy convencido de que pecar de optimismo respecto a las posibilidades de un país es un pecado venial, pecado mortal es ignorar nuestras propias fuerzas», insistió. Ni cambió el discurso ni cambiará, según aseguró, las políticas que prometió en tiempos de bonanza. La dirección socialista ha llegado a la conclusión de que su única baza para no perder terreno frente al PP en este debate es subrayar lo que los diferencia; abandonar las cuestiones técnicas, en las que el margen de maniobra del Gobierno es limitado, y ahondar en la ideología. Frente a una militancia que ha dejado clara a través de miles de enmiendas su preocupación por una deriva en exceso pragmática que acabe por difuminar los rasgos de la izquierda, el presidente Rodriguez Zapatero prometió lealtad a los ideales del «socialismo democrático». Pero no explicó cómo lo plasmará en propuestas futuras. Tan sólo reiteró que mantendrá las políticas sociales y de empleo, y que no rebajará la ayuda al desarrollo. De este modo, eludió meterse en honduras sobre las iniciativas que impulsará en esta legislatura. Lo que tocaba este viernes era una rendición de cuentas del trabajo realizado. Y en ella sí encontró materia para satisfacer a esos mismos delegados que se quedarán con la miel en los labios cuando comprueben que sus proposiciones sobre laicidad, eutanasia o aborto han quedado en agua de borrajas. Sacó así a relucir el matrimonio homosexual, el divorcio exprés y la retirada de las tropas de Irak. «Sólo si se conoce el profundo sentimiento antibelicista de los españoles en el último siglo puede entenderse que nuestro país únicamente puede sentirse cómodo en una política de paz y seguridad amparada por la legalidad internacional», dijo. La dirección socialista tiene detectado qué asuntos le pasaron más factura en los pasados comicios y cuáles hicieron que el PP recuperase antiguos votantes que se habían fugado al PSOE en 2004. Uno de ellos fue la inmigración, de la que Rodríguez Zapatero no dijo palabra. Tampoco mencionó la ley de la memoria histórica. Y pasó de puntillas por los estatutos de autonomía, aunque defendió su actuación tanto en este terreno como con en el de la política antiterrorista.

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