Villar del Monte estrena plaza
El acondicionamiento de la plaza principal del pueblo pone fin a una obra que el Instituto Leonés de Cultura inició hace cuatro años recuperando balconadas y fachadas de forma ejemplarizante
La plaza de Villar del Monte no es de barro, como lo fue siempre. Pero lo parece. El hormigón teñido confiere a la plaza el aspecto de tierra pisada que tuvo antaño y las bandas de pizarra, material tradicional de la comarca, hacen las funciones de juntas de dilatación para evitar grietas. El acabado de la obra, dirigida por Javier López Sastre y ejecutada por la empresa local de Francisco Liébana, pone fin al proyecto de restauración del entorno de la plaza de Villar del Monte, que inició hace cuatro años el Instituto Leonés de Cultura (ILC) de la Diputación provincial y ha supuesto una inversión de 85.000 euros. Otro tanto invirtió la institución leonesa en la recuperación del viejo barrio de Forna, en La Cabrera Baja. Corredores, hornos, fachadas y cubiertas han salvado de la ruína dos de los conjuntos más representativos de la arquitectura tradicional cabreiresa, que tienen en común el uso de los materiales tradicionales (piedra, pizarra, madera y barro) y su integración en el paisaje, a la vez que se diferencian en colores y formas. El ejemplo cundió y otros programas de la Dirección General de Patrimonio de la Junta han recuperado un conjunto de seis pajares en Villar del Monte (90.000 euros), la emblemática casa de la chimenea (32.000 euros), el barrio de Ambasaguas en Encinedo y las cubiertas de ocho casas en Forna (120.000 euros). Unas medidas que además de salvar los últimos rincones de La Cabrera han animado a comprar casas y restaurar a particulares, llegados de Tordesillas, Bélgica e Inglaterra. «Ahora es importante continuar con estas restauraciones ejemplares y completar el conjunto de pajares y que los propietarios se animen también a conservar sus viviendas», afirma López Sastre. La plaza es el remate a un largo proceso de restauración y de cambio de mentalidad entre la población, que ahora aprecia más su patrimonio. Y quizá sea el principio para que algún día se replantee con nuevas soluciones el enterramiento bajo hormigón del cauce del arroyo de Piedras Albas, que discurre con pequeñas cascadas entre la vegetación de los pajares y antaño atravesaba el pueblo.