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Al Parque Tecnológico

Biomar inició su andadura en solitario, tras separarse de PharmaMar, con siete investigadores en un chalé. El próximo año serán casi medio centenar, con un nuevo edificio más moderno

Antonio Fernández y José Luis Fernández Puentes han desarrollado el proyecto de Biomar

Publicado por
M. J. Muñiz - león
León

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José Luis Fernández Puentes trabajó durante dos décadas como investigador en Antibióticos, donde consiguió la cepa de penicilina con producción más alta del mundo. «Eso llevó a la empresa a ampliar los tanques que tenía de cien metros cúbicos a seis de 250 metros cúbicos. Fue en 1968». Investigador y curioso inagotable, participó después en la puesta en marcha de PharmaMar, donde en seis años descubrió tres compuestos antitumorales que hoy están en funcionamiento. En 1996 el microbiólogo fundó Biomar, un spin-off de PharmaMar. Eran siete personas en un chalé de Carbajal. Un año después se instalaron en el vivero del Centro de Empresas e Innovación de Onzonilla, lo que les permitió crecer en personal e inversiones, gracias también a la Agencia de Desarrollo Económico de la Junta. Antonio Fernández tomó las riendas del proyecto iniciado por su padre en el 2001, después de una enfermedad de éste que le obligó a retirarse de la investigación. Biólogo celular formado en Estados Unidos, hoy dirige un equipo de 36 personas (14 de ellos doctores) que en un plazo de dos años superará el medio centenar. Durante los primeros años de andadura Instituto Biomar se dedicó a prestar servicios de I+D a empresas, fundamentalmente a PharmaMar. A partir del año 2000 comenzaron a ampliar su cartera de servicios para comenzar a trabajar, por ejemplo, en temas de agricultura ecológica. En el año 2005 la empresa tomó una decisión fundamental para su futuro. «Optamos por dar el salto, y en vez de ser una empresa que da servicios apostamos por dedicarnos a descubrir compuestos y desarrollarlos para su posible aplicación en patologías humanas. Ahora hacemos el descubrimiento y desarrollamos los medicamentos, aunque no tenemos músculo financiero para llevar este proceso hasta el final, porque es muy costoso y puede llegar a durar diez años». Actualmente trabajan por un lado en la línea de farmacia y por otro en aplicaciones industriales. La primera se centra en el descubrimiento de compuestos terapéuticos con sustancias de origen marino. Durante años se han centrado en el cáncer, ahora buscan también remedios para enfermedades infecciosas, neurodegenerativas, obesidad y enfermedades metabólicas,... En la parte de aplicación industrial, que pretende rentabilizar con mayor rapidez los descubrimientos, están investigaciones como la de obtención de biocombustible a partir de microalgas, o utilización de microorganismos marinos para prevención de patologías en acuicultura. En este mismo campo se desarrollan investigaciones en cepas vinícolas y en tratamientos de cosmética. El próximo mes de noviembre, si se cumplen los plazos, se trasladarán al edificio que están construyendo en el Parque Tecnológico de León. Más de 2.000 metros cuadrados que les permitirán ampliar sus actividades y su plantilla; así como disponer de una planta piloto de fermentación más grande. «Vamos a separar actividades y enfocar mejor nuestro trabajo», explica Antonio Fernández. En total una inversión de más de cinco millones de euros, y un proyecto de impulso de las investigaciones que pasará también por aumentar la plantilla.

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