El presidente y el líder del PP sellan la paz institucional y deciden renovar en septiembre el Poder Judicial y el Constitucional
Zapatero y Rajoy pactan la renovación de la Justicia y la lucha antiterrorista
José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy enterraron ayer en La Moncloa cuatro años de extrema confrontación. En una sola reunión, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición sellaron un acuerdo que afecta a dos de las cuestiones que más disputas y palabras gruesas provocaron durante la legislatura pasada: la lucha antiterrorista y la Justicia. La ruptura oficial del proceso de paz por parte de ETA y la posterior promesa del Ejecutivo de que no volvería a abrir un diálogo con la banda trajo una paz relativa a las abruptas relaciones que los dos partidos mayoritarios habían tenido en este terreno. Ahora, el acuerdo, sobre los principios que inspiraron el marchitado Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, vuelve a ser firme. La unidad frente a la organización terrorista es el máximo exponente del nuevo clima y la normalización de las relaciones entre Gobierno y oposición. Porque no sólo implica identidad de criterios. Significa también que Zapatero y Rajoy han superado la grave crisis de confianza que la casi decena de encuentros celebrados hasta la fecha no habían logrado limar. La prueba es que el presidente del PP, que durante años ha puesto en tela de juicio cada afirmación del jefe del Ejecutivo, dio plena credibilidad al acuerdo. «No puedo salir de una reunión pensando que se va a actuar de forma diferente a lo hablado», argumentó esta vez. El acuerdo, que sólo será verbal, compromete al Gobierno a concertar las estrategias antiterroristas con el PP, a compartir con él su información y a pactar medidas legislativas. Pero además implica una «declaración solemne» de que ETA no logrará ningún objetivo político con la violencia y de que su único destino es el abandono de las armas. Éste es para el líder de la oposición el quid de la cuestión. A su juicio, equivale decir que la organización criminal no conseguirá nada «ni por matar, ni por dejar de matar». Una interpretación que va mucho más allá de la realizada por el propio jefe del Ejecutivo. El presidente del PP se esforzó en subrayar este asunto porque es, precisamente, su decisión de respaldar la política gubernamental en materia antiterrorista la que más ha envalentonado al ala dura de su partido. Un tanto a la defensiva, trató de justificar por qué ya no exige la vuelta al Pacto por las Libertades ni la derogación de la resolución parlamentaria que autorizó a la negociación con ETA. Recordó que, aunque no esté por escrito, el acuerdo sí recoge el «espíritu» de aquel pacto. Y rechazó ponerse a discutir ahora «por un texto de hace ocho años». «Lo importante -dijo- es que el Gobierno ha cambiado de criterio, ha aprendido. Y yo lo voy a respaldar, el primero». El acuerdo, que el Gobierno ofrecerá también al resto de fuerzas parlamentarias, ya arrojó hoy algunos resultados. Zapatero y Rajoy pactaron introducir en la futura ley integral para las víctimas del terrorismo una disposición que obligue a todas las administraciones a retirar las placas con nombres de calles o monumentos dedicados a etarras. Estudiarán también la legislación penal para introducir una disposición que impida que un etarra pueda vivir cerca de víctimas de ETA y otra que establezca mecanismos para que los terroristas no eludan el pago de indemnizaciones. Falta de concreción Junto a estas reformas, los dos dirigentes políticos acordaron medidas no relacionadas con el terrorismo. La Justicia fue el otro gran bloque de consenso, aunque aquí el entendimiento fue menos amplio. El principal objetivo de Zapatero era salir de la reunión con un acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y de las cinco plazas vacantes del Tribunal Constitucional. Pero según su propia versión, sólo acordaron «criterios» como que los nuevos vocales y magistrados tengan la «máxima profesionalidad» y que haya equilibrio entre hombres y mujeres. Eso, acompañado de la promesa de que en septiembre se hará efectivo el relevo. Ni hablaron de nombres, o eso aseguraron ambos, ni tampoco de cuotas. Cuatro meses de negociaciones entre los portavoces parlamentarios de PSOE y PP, José Antonio Alonso y Soraya Sáenz de Santamaría, no han servido más que para fijar una nueva fecha tope. Si los populares mantienen o no su minoría de bloqueo sigue siendo una incógnita.