El Laboratorio de Medicina Legal del País Vasco aborda desde el año 2000 la limpieza, medida, cálculo de la edad y ADN de los esqueletos
La ciencia confirma la identidad del 95% de los republicanos exhumados en León
La provincia ha autorizado ya 24 excavaciones para recuperar los restos de 79 represaliados
El Laboratorio de Medicina Legal de la Universidad del País Vasco, con sede en San Sebastián, ha confirmado durante los últimos años la identidad del 95% de los hombres y mujeres fusilados durante la Guerra Civil en León y cuyos restos han sido exhumados durante los últimos ocho años por voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Son muy pocos los nombres que han quedado en el aire, a pesar de que la extracción de ADN de los restos óseos para compararlo con el de los familiares en ocasiones resulta totalmente imposible por la degradación que presentan los esqueletos. Desde que en el año 1998 se produjera la primera exhumación de la provincia, en la localidad de Lario, se han localizado y recuperado 79 personas asesinadas durante la Guerra Civil, 14 de ellas asumidas por la Asociación Pozo Grajero y el resto, la mayoría, por la ARMH Han sido necesarias 24 excavaciones y otras tantas investigaciones previas sobre los hechos ocurridos hace 70 años para sacar a la luz los restos que, en todos los casos, han reclamado las familias. Entre estas 24 exhumaciones -15 fueron colectivas y nueve individuales-, la asociación Pozo Grajero promovió la recuperación de un cadáver en la población montañesa de Isoba, además de reivindicar el primer episodio de desenterramiento que se produjo en España conforme a las actuales leyes civiles y penales. Se trata de la sima de Lario, de donde se extrajeron los restos de trece hombres y mujeres, aunque familiares de las víctimas sostienen que aún quedan más cadáveres en el fondo de la cavidad. El camino hasta el forense Los últimos restos localizados en León son los de Balboa. Seguirán el mismo camino que los hallados en años anteriores en otras fosas de la provincia. El departamento del laboratorio que gestiona los análisis de los huesos, digirido por el prestigioso forense Francisco Etxevarría -en su momento identificó los restos de Lasa y Zabala-, se encarga, principalmente, del trabajo de procesamiento, que consiste en la limpieza de los restos, tomar las medidas, calcular la edad y prepararlas para las pruebas de ADN, si es que éstas son necesarias. O posibles, porque no siempre es así. El clima de la montaña leonesa, donde se concentraron las principales matanzas hace 70 años, corroe extraordinariamente los restos óseos, por lo que la extracción de componentes genéticos en estas circunstancias es prácticamente imposible. Las familias reclaman La ARMH ha asumido desde hace ocho años la mayor parte de los desenterramientos. Su vicepresidente, Santiago Macías, explica el largo y complejo proceso que hay que seguir para poder descubrir, localizar y abrir una fosa. «Nuestro trabajo casi siempre atiende peticiones de las familias», advierte el investigador. Si los descendientes o parientes directos de un represaliado han investigado el episodio y tienen todos los datos, los voluntarios de la asociación realizan la prospección y extraen los restos. Pero la recuperación no siempre es fácil. Muchas veces el cuerpo reclamado no está solo en una fosa, por lo que a partir de una petición se inicia una vorágine de investigaciones entre todos los datos que maneja la entidad, principalmente los de los registros civiles, para identificar al resto de posibles represaliados y buscar a sus familias, que pueden dar, o no, su consentimiento para la exhumación colectiva. Se da la circunstancia de las muertes de muchos paseados no fueron inscritas en el momento extacto, sino años después, por lo que esta labor de recuperación de datos lleva en ocasiones varios meses. «Ordenamos los datos por fecha de muerte y no de inscripción en el registro, lo que nos permite identificar a todos los represaliados de una misma fosa» cuando se tiene constancia del primer caso, explica Santiago Macías. Con toda esa información preliminar -unos documentos muy útiles son las cartillas militares de los represaliados, puesto que allí se encuentra la talla de la persona-, la asociación inicia los trámites para realizar la excavación. Si la fosa está en un cementerio, se solicita permiso al ayuntamiento en cuestión, mientras que si se encuentra en un terreno privado la exploración debe ser autorizada por el propietario. Entre forenses y arquéologos A continuación se realizan los trabajos desarrollados con el georadar para minimizar la zona de excavación y es cuando entra en juego la labor de los forenses y los arqueólogos. Los restos encontrados se recogen y se realiza un primer trabajo de secado, envolviéndolos casi siempre entre papel secante y cartones. El transporte hasta San Sebastián, donde se encuentra el Instituto de Medicina Legal de la Universidad del País Vasco, corre a cargo de la asociación, por lo que el traslado hasta la citada ciudad se realiza en una furgoneta de su propiedad. Los voluntarios de la organización suelen esperar a que se acumulen varios esqueletos para realizar este viaje. Entretanto, los restos óseos descansan en un almacén que reúne las condiciones adecuadas para mantener bien conservados los esqueletos hasta que son enviados fuera de León. «A veces ese periodo dura un día, a veces un mes», revela el investigador berciano. Un proceso dura meses El tiempo que dura todo el proceso, desde que se tiene conocimiento de la localización de una fosa hasta que los huesos son recuperados, catalogados e identificados, puede durar muchos meses. Por un lado, la investigación sobre los hechos depende de muchos factores, desde la complejidad para saber quiénes y cuántas personas pueden estar enterradas en un mismo lugar hasta el pueblo donde se encuentren, puesto que la mayor parte de los archivos de los registros civiles de la provincia, pese a estar peinados por los investigadores, no tienen clasificado este tipo de información. Por otro lado, hay que sumar el tiempo que se tarda en lograr la identificación de los cadáveres, trabajo que se realiza en el laboratorio vasco. Este proceso puede durar más de medio año. Según los datos facilitados por la ARMH, todos los restos hallados desde el verano del 2007 en León se encuentran pendientes de estudio en el citado instituto. CADÁVERES DE REPRESALIADOS EXHUMADOS DESDE 1998 Han sido recuperados por los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica 65 La Asociacón Pozo Grajero ha exhumado dos fosas «Cuando exhumamos una fosa es con ánimo de trasladar la denuncia de que el Estado no asume sus responsabilidades» JOSÉ MARÍA PEDRERO, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria