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La paradoja del suicida inmortal

El pacto del Ayuntamiento abrió la herida después de que Chamorro no quisiera aceptar la Alcaldía respaldada por el PP y avalada por Otero, quien insiste en que el PSOE fagocitará a la UPL: un partido al que los votantes reviven cada 4 años

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A. Caballero - león
León

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... Al final, siempre la salvan los votantes. Cada cuatro años -que se pasan entre luchas internas, miradillas de reojo para la nómina de los representantes en otras administraciones, problemas de vecindad de pueblín y cortejos con otras siglas- llegan miles de sufragios y la UPL sobrevive justo cuando sólo le quedaba un pie en el alambre. Se ha intentado suicidar tantas veces, que ya es inmortal, porque en un espectro electoral en el que todas las encuestas certifican la necesidad de una tercera opción entre PP y PSOE el leonesismo es un valor social con muchos réditos políticos: dos procuradores autonómicos, un diputado provincial, 10 alcaldes y la llave de la gobernabilidad en otros 13 ayuntamientos, entre ellos el de la capital leonesa. En este último escenario los dirigentes de la formación han confundido el concejo abierto de la historia leonesa con el patio de vecindad: todos opinaban, pero mandaba uno, aunque siempre aparecían trapos colgados y vecinas con delantal para que se supiera que llevaba el dobladillo mal cosido. Primero fue José María Rodríguez de Francisco, que hizo y deshizo acuerdos al dictado de un instinto político marca Maquiavelo. Tanto, que la manada acabó por devorar al macho alfa después de una pelea a congreso abierto en Astorga, en el 2004, de la que Otero salió capador, pero que dejó al cutu a medias, con los reflejos suficientes para echar a sus antiguos compañeros de la Alcaldía de León tras pactar con Amilivia. En este ínterin se plantan los desacuerdos que esta semana han verdeado con las sanciones. Reafirmado como secretario general y sin la presencia del fundador de la formación, Otero analiza con recelo el pacto que Chamorro -acompañado por Gema Cabezas y Alejandro Valderas- mantiene con Francisco Fernández en el Ayuntamiento, porque sabe que los otros dos miembros que formaban el grupo a principio de mandato y que se habían desgajado a la par -De Francisco y Covadonga Soto- le hacen juego suficiente a Amilivia para hacer una moción de censura al alcalde socialista. En esta situación, Otero y Rubinat intentan convencer a los tres concejales de la capital de que pacten con el PP, después de un encuentro con el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera. Pero De Francisco se adelanta, para fastidio de la dirección autonómica popular y leonesista, después de que Chamorro se muestre reticente a pactar y Valderas se niegue en redondo: dos años y medio de desierto. El desencuentro se ahondará en un proceso de selección de candidatos en el que la UPL es la última en llegar. El PP y el PSOE repiten espadas para el 2007, mientras Rubinat intenta convencer a Otero, que se niega a abandonar las Cortes, de que debe presentarse al Ayuntamiento y Chamorro reclama que es el legítimo aspirante tras llevarse «más palos que nadie». Asentado el cabeza de cartel, la pelea queda en ver cómo diseña su lista. Otero le aconseja que no meta a Abel Pardo, sino a Héctor Castresana, con quien tiene un compromiso, pero a última hora apuesta como número 3 -el 2 es Gema Cabezas- por el representante de Conceyu Xoven, no por el jugador del Ademar, con Valderas como atrezzo. La UPL sólo logra tres ediles, pero se mantiene como llave, ante 13 concejales socialistas y sólo 11 populares, con tres opciones por delante: volver a pactar con Fernández, quedarse en la oposición y dejar al equipo de gobierno con mayoría simple o aceptar la Alcaldía que le ofrece Amilivia. «Si hago eso me tengo que ir», les contesta Chamorro a Otero y Rubinat, quienes insisten en que sea alcalde, con el PP otra vez como apuesta y el presidente de la Junta como aval. En una votación a urna cerrada, el comité ejecutivo decide pactar con el PSOE. «Nos fagocitará y acabará con nosotros», advierten los dos, que no esconden su actitud crítica de manera pública, lo que remarcan al dejar la ejecutiva y redondean al crear una sede paralela para los procuradores, con Rubinat como asesor de grupo, tras quedar desbancado de la Diputación por Lázaro García Bayón. «Quizá puedan, con la ley en la mano, declararles al final tránsfugas y que Herrera les quite la asignación como grupo en las Cortes», animaba ayer un cargo provincial del PP; mientras los expedientados confían en recuperar la militancia y la actual dirección prepara un congreso para el próximo año en el que reformar los estatutos, no los cargos: «Tenemos que ser serios». En el 2011, no se espera esquela.

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