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Mil cadáveres sin nombre

Sólo en la demarcación de la Guardia Civil se acumulan los expedientes de más de mil cuerpos sin identificar que se han ido acumulando desde los años ochenta

Imagen del laboratorio central de Criminalística de la Guadia Civil

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efe | madrid

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Cadáveres anónimos que nadie reclama o abandonados en descampados, víctimas de ajustes de cuentas, enterrados o quemados por sus asesinos, inmigrantes que fallecen en alta mar... Son más de mil cuerpos inhumados en fosas comunes y que, a día de hoy, esperan a que se les pongan nombres y apellidos. Desde los años 80, y sólo en la demarcación de la Guardia Civil, cerca de un millar de cadáveres siguen sin identificar, a pesar de los esfuerzos de la policía científica y de las modernas técnicas de identificación por ADN. Un arduo trabajo de investigación forense que ha cobrado protagonismo en los días posteriores al accidente aéreo de Barajas, pero que se realiza a diario en las unidades de necroidentificación de la Policía y de la Guardia Civil, no siempre con éxito. Tal y como explica el jefe del laboratorio central de Criminalística de la Guardia Civil, Francisco Montes, siempre que se localiza un cadáver del que se desconoce su identidad se pone en marcha un protocolo que arranca con la toma de huellas dactilares. En el caso del siniestro del avión de Spanair y gracias al estudio de las huellas dactilares, la Guardia Civil pudo poner nombre y apellido a 59 de las 154 víctimas del accidente el mismo día de la tragedia. Se trataba de aquellos cuerpos que no quedaron muy afectados por el incendio que se desató tras el desplome del avión, ya que el fuego borra prácticamente cualquier vestigio de huella dactilar. No obstante, en ocasiones es posible recuperar parte del dibujo de la huella por medio de la hidratación de la yema del dedo. De forma paralela, los investigadores elaboran un exhaustivo informe que recoge los datos antropométricos del cuerpo: estatura, peso, posibles cicatrices, lunares, marcas de nacimiento o tatuajes. En determinados casos también se toman fotografías del rostro para compararlas con una base de datos conjunta de Policía y Guardia Civil, aunque este procedimiento no aporta habitualmente datos significativos. En 1998 se puso en marcha el proyecto Fenix para localizar desaparecidos y ya se han identificado 150 personas.

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