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Las gafas mágicas de Pereira
Varias dioptrías condujeron al escritor villafranquino por la senda de la literatura. Lector infatigable, estaba «condenado» a escribir páginas brillantes de poesía y novela
«Me habían llevado al oculista de la plaza, de allí salí con la receta para el óptico y el mote de Cuatro-ojos, que me llamaban los chicos y no debería molestarme, por lo facilón, pero me molestaba. Me fui retirando de los juegos violentos y leía mucho. Para colmo, escribía reseñas en el periódico de la provincia. 'Enhorabuena a un valiente como usted que a su edad se atreve a lanzarse a la palestra del periodismo', fue la carta del director cuando me aceptó de corresponsal local». Estas son confesiones del propio Antonio Pereira, contadas en Cuentos de la cábila , su original libro de memorias. Y es que este villafranquino universal de «85 castañas» -que diría su amigo Luis Mateo Díez- ha hecho de su vida un cuento. En Pereira, su obsesión por la corrección en el lenguaje, por buscar la palabra justa y el adjetivo preciso, resultan una bendición para el lector. También es edificante que haya «probado» con éxito géneros tan diversos como la novela, el relato breve o la poesía. Pese a la extensa obra del autor de El síndrome de Estocolmo , Los brazos de la i griega o País de los Losadas , no niega que muchas de las cosas más fascinantes que le han sucedido en la vida aún no las ha contado. Sin duda, el propio Pereira es el personaje más literario de cuantos desfilan por sus libros. Su sentido del humor es único. En los últimos meses ha estado «de gira» con Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio llevando la tradición de los filandones por media España y, como diría el autor de Historias veniales de amor, también por el «extranjero» -ese territorio localizado en ninguna parte-. A propósito de los premios, de los que tiene una extensa y variada gama, Pereira confiesa que siempre le hacen ilusión, teniendo en cuenta que nunca ha sido «un concursero». Pereira afirma que todo cuanto escribe es poesía o tiene vocación de serlo...