Cerca de 18.000 jóvenes han muerto en la última década en las carreteras

La disminución de la siniestralidad en la carretera continúa viento en popa, si bien sigue constituyendo una tragedia con grandes costes humanos, sociales y económicos que se ceba de manera dramática con la juventud. En la última década, cerca de 18.000 españoles menores de 29 años han perdido la vida en accidentes de tráfico, situándose como la principal causa de mortalidad en ese tramo de población. Los datos de las muertes en carretera del último decenio son alarmantes: unas 53.000 personas han fallecido y un millón y medio han resultado heridas, si bien las entidades aseguradoras cifran en más de seis millones el número de lesionados, graves o leves. Si no hubieran conducido con velocidad excesiva, incurrido en distracciones o ingerido alcohol en exceso, en la última década habrían salvado su vida en torno a las 25.000 personas. Son datos aportados por Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia y presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (Fesvial), una entidad sin ánimo de lucro de nueva creación que nace con el objetivo de canalizar y promover iniciativas de seguridad vial para intentar conseguir cero muertes en las carreteras españolas. Su estrategia esencial reside en movilizar a la población y concienciarla de que es posible reducir las cifras de siniestralidad en las ciudades y carreteras. «No podemos renunciar a las cero muertes», enfatizó el subdirector general de Gestión del Tráfico y Movilidad, Federico Fernández, presente en la rueda de prensa en la que se presentó públicamente la fundación, independiente de cualquier organismo público o privado. Montoro destacó también el coste económico que implican los siniestros. Según sus estudios, los gastos derivados de los accidentes viales en España se sitúan en torno a los 16.000 millones de euros anuales. Fesvial tiene el firme convencimiento de que los accidentes no son fruto del azar o de la casualidad. «No son hechos fortuitos, sino que son prevenibles, controlables y evitables». Partiendo de esa convicción, destacó que el 62% de los españoles no sabe la velocidad a la que hay que conducir en carretera mientras que el 50% desconoce la velocidad máxima en los núcleos urbanos. El 49% de los accidentes laborales son a causa del tráfico, mientras que un 29% tienen lugar en la ida o en la vuelta al hogar. En contra de la opinión más extendida, los impopulares puntos negros no suponen un alto porcentaje de accidentes comparados con otras causas. Así, Montoro dijo que el 3,5% del total de muertes se registran en puntos negros mientras que las distracciones causan el 40% de los fallecimientos en carretera. Alertó sobremanera sobre un 30% de conductores con coches recién comprados o de gran cilindrada que tienen más riesgo de sufrir accidentes. «Al sentirse más seguros, asumen un mayor nivel de riesgo», precisó. El subdirector de Tráfico sostuvo que, en materia de seguridad vial, «las cosas van razonablemente bien, se ha avanzado mucho». Lo cual no es óbice para calibrar la tremenda pérdida de vidas humanas que sigue generando el tráfico. «Desde 1992 hasta ahora ha muerto en España más gente de la que cabe en el estadio Santiago Bernabéu -indicó-. Desde la entrada de nuestro país en la Comunidad Europea, en 1986, han muerto en accidentes de tráfico tantas personas como el número de víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Y desde 1975 hemos sufrido un verdadero tsunami, con más de 200.000 muertes en la carretera». Bartolomé Vargas, fiscal de Sala de Seguridad Vial, indicó que las leyes sancionadoras de tráfico están demostrando ser un «buen instrumento». No obstante, alegó que «la raíz para evitar tragedias humanas en las carreteras reside en un cambio cultural, de prevención y educación».