Cuando León soñó despierto

La iniciativa de crear el Parque Científico de León fue tomada conjuntamente por la Diputación Provincial y la Universidad de León. La Junta expresó su apoyo al proyecto y el Gobierno central, a través de la Empresa Nacional de Investigación (Enisa), también mostró una buena disposición. Los tres institutos con los que nació el Parque Científico (Intoxcal, Inbiotec y Enermitec) pretendían servir como instrumento para el desarrollo económico de la provincia, de manera que se provocara la necesidad de aplicar un plan de desarrollo, en el que estaría incluido el parque, según la información recabada por este periódico. Los laboratorios de investigación -Enermitec recibió una inversión inicial de un millón de euros, mientras que Intoxcal e Inbiotec absorbieron medio millón cada uno- nacieron para mejorar la competitividad de las empresas leonesas, al poner a su alcance mejoras tecnológicas que les permitirían dar un salto hacia adelante en su nivel tecnológico, sin el que su capacidad competitiva en un entorno que ya se preveía dinámico sería casi nula. Estos institutos surgieron como organizaciones sin afán de lucro, bajo el tutelaje científico de la Universidad y con financiación autónoma. Estaban formados por una amplia gama de socios, tales como empresas privadas, instituciones financieras y gubernamentales. Plan millonario de inversiones El plan de inversiones millonario concluyó hace dos años. En éste, la Diputación se comprometía a ingresar durante 15 años a partir de 1992 una cantidad de un millón de euros, mientras que el Plan de Desarrollo Regional subvencionaba el 20% de la adquisición de terrenos, el plan parcial del suelo, el proyecto de urbanización y las obras, además de sufragar el 42% el proyecto y las obras de los edificios. En aquel momento (1994), la Universidad esperaba que cada instituto llegara a ser financieramente viable en un plazo máximo de tres años, a través de contratos de investigación o de servicios técnicos con empresas, de convenios con organismos nacionales y de la participación en proyectos de I+D en colaboración y financiados por la UE. En cuanto a los aspectos financieros, la Diputación cedió, por medio del ente del Parque Científico, el uso de los edificios, por lo que se acordó que los institutos financiaran a este ente gestor. La Universidad se comprometió a seguir cubriendo en su totalidad los gastos salariales de los investigadores universitarios que dedicaron parte de su tiempo -el 60% no requerido por sus obligaciones docentes- a las actividades de los institutos. El informe que avaló la creación del parque subrayaba que los institutos incrementarían el valor añadido en la provincia de León, al proporcionar servicios que en aquel momento no se prestaban, a la vez que aumentarían el nivel tecnológico de las empresas locales para comercializar productos con mayor valor. En el caso de Enermitec se abogó por aprovechar los niveles tecnológicos existentes en la Universidad para que fueran accesibles a las empresas del sector minero, energético y de la construcción, entre otros, con lo que producirían rendimientos desconocidos hasta el momento. Así se hizo durante los primeros años, hasta que la actividad en el laboratorio quedara desierta tras el abandono del equipo director, liderado por Bernardo Llamas. Uno de los objetivos que nunca llegó a ser cumplido fue la atracción de nuevas empresas a León, ni directamente relacionadas con I+D ni de otro tipo. El parque fue concebido para generar un ambiente científico-empresarial que atraería inversiones privadas para aprovechar las economías de aglomeración en un entorno investigador y con inversiones garantizadas. Ya entonces se hablaba de acelerar un necesario proceso de creación de empresas basadas en nuevas tecnologías y de facilitar el acceso de las empresas leonesas a la información técnica y a la constatación de oportunidades tecnológicas existentes.