Los científicos que estudian la desglaciación en el parque nacional constatan una sorprendente regresión en el último año
El aumento de la temperatura extinguirálos glaciares de Picos en menos de 30 años
Una subida de 0,9 grados en 150 años ha reducido la superficie glaciar a 7 hectáreas divididas en seis zonas
Las reliquias glaciares de Picos de Europa desaparecerán en tres décadas como consecuencia del gradual aumento de la temperatura, aventura el científico que ha investigado el fenómeno en el parque nacional y cuyas conclusiones han sido publicadas en un trabajo difundido recientemente por la revista The Holocene , prestigiosa publiación que recoge investigaciones científicas en el campo del medio ambiente. Juan José González Trueba, miembro del departamento de Geografía de la Universidad de Cantabria y consultor científico-técnico del Ministerio de Medio Ambiente, ha comparado los datos del glaciarismo actual e histórico y ha utilizado información derivada del Programa Nacional Erhin para concluir que el proceso de desglaciación parece ya irreversible en cualquiera de las vertientes de Picos de Europa. Precisamente este mismo fin de semana un grupo de científicos contratados por el parque nacional para estudiar el avance del deshielo volaron hasta los últimos restos glaciares y detectaron una «sorprendente» regresión de los heleros respecto al año pasado. «Los heleros son de dimensiones tan pequeñas, que aunque se empiece a cumplir a rajatabla el protocolo de Kioto no parece posible una vuelta atrás; las respuestas de la naturaleza no son tan rápidas», reflexiona González Trueba a tenor del rito de deshielo que se ha comprobado en los Pirineos. El estudio revela por primera vez que ya no quedan glaciares activos en Picos de Europa y que sólo existen reliquias que permanecen aisladas en parches de hielo que datan del último avance glaciar del primer tercio del siglo XIX. Ya no existe movimiento que denote actividad en los viejos glaciares, que propablemente desaparecieron a principios del siglo XX. Los autores del estudio, entre los que se encuentran el catedrático de Geografía Física Eduardo Martínez de Pisón y los geógrafos Raúl Martín Moreno y Enrique Serrano, calculan que la temperatura media ha subido 0,9 grados centígrados en Picos de Europa durante los últimos 150 años, para lo que han tenido en cuenta la altitud a la que se encuentra la línea de equilibrio glaciar. Este parámetro es el límite que localiza dónde un glaciar acumula y dónde tiene su punto de fusión. El trabajo científico dibuja el mapa de los últimos restos glaciares de Picos. Se trata de un área que, en conjunto, abarca 7,07 hectáreas y alberga seis glaciares diminutos, tres en el macizo Central (Jou Negro, Llambrión y Palanca) y otros tres en el macizo Occidental (Cemba Vieya, Forcadona y Peña Santa). Cuatro de ellos se encuentran semienterrados o totalmente ocultos bajo las rocas y dos han desaparecido. Jou Negro, la reliquia glaciar más representantiva de Picos, ha retrocedido según este estudio un 32% desde la Pequeña Edad de Hielo (XIV-XIX), época en la que se formaron todos los glaciales que han existido en este territorio. Actualmente ocupa una superficie de 2,12 hectáreas, aunque el hielo ya sólo forma parte del 7,7% de la superficie total del circo glaciar. Hace más de un siglo, el hielo abarcaba casi el 20% de las zonas montañosas de mayor altitud. El resto glaciar del Llambrión ya sólo ocupa 1,48 hectáreas, después de que su superficie se haya reducido un 67%, mientras que el de Palanca, totalmente enterrado bajo derrubios, es la mitad de grande que en su etapa más activa, ocupando hoy 1,32 hectáreas de superficie. Se cree que el hielo que se conserva desde la última glaciación apenas ocupa el 3,2% del núcleo glaciar, cuando en su época de mayor extensión ocupaba una superficie tres veces mayor. El glaciar de La Forcadona, también enterrado, es el más pequeño de todos y se ha reducido a unas dimensiones francamente terminales. Tiene 1,25 hectáreas y su tamaño ha retrocedido una cuarta parte en el último siglo. De Peña Santa y de Cemba Vieya no se ha logrado extraer ninguna información de este tipo. «Los glaciares son sensibles geoindicadores del cambio climático en claro proceso de fusión y, por tanto, de previsible desaparición», indica González Trueba. «Lo que se está perdiendo es un patrimonio natural con un gran valor científico y educativo. Esto nos tiene que hacer pensar que, ya que es inevitable perder los glaciares, hay otros elementos en la naturaleza que todavía se pueden conservar», matiza el científico. Entre otras aportaciones, el trabajo de este grupo ha demostrado que existieron glaciares cantábricos en época histórica, localizados siempre en las caras norte de las cimas más altas y bajo un clima oceánico en altitudes extremadamente bajas -de 2.100 a 2.600 metros-. No se puede establecer una cronología exacta del avance glaciar histórico puesto que no hay fechas absolutas. Sí se conoce a través del análisis morfológico que existió un flujo glaciar en Picos de Europa con una elevada capacidad de modelado y adaptación a las anteriores condiciones topográficas. Eso fue debido a que el proceso fue muy intenso en la zona, debido a la escasa dimensión de las áreas glaciares. Las circunstancias que contribuyerona este heººcho fueron la posición geográfica (cara oceánica), la altitud, la orientación y la exposición, las características del hielo y la morfología de la pared glaciar en relación a las avalanchas de nieve y la acumulación de ventisqueros. Se da la circunstancia de que las condiciones climáticas de la Pequeña Edad de Hielo eran suficientemente favorables para producir glaciares 300 metros por debajo de la línea de equilibrio glaciar regional, situada entonces en Picos de Europa en los 2.600 metros de altitud. En la actualidad sólo existen glaciares activos en Pirineos. Son 21 -diez en el lado español y once en el francés- que abarcan 450 hectáreas. Entre 1890 y 1980, al menos se han extinguido 97 glaciares en la Península Ibérica. Desde la década de los 80 hasta hoy han desaparecido 17 de los glaciares restantes y los más grandes han reducido su tamaño un 50%. «Los resultados obtenidos este fin de semana por el georadar apuntan cambios fuertes desde el 2007» ÁNGEL FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, investigador del glaciarismo en Picos «Aunque se cumpla Kioto, no hay vuelta atrás; las respuestas de la naturaleza no son tan rápidas» JUAN JOSÉ GONZÁLEZ TRUEBA Geógrafo