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El marido y las hijas, todos con problemas psiquiátricos, lo sepultaron hace ocho años en la bodega

Descubren el cadáver de una mujer enterrada en casa por el «qué dirán»

El alcalde de Alaejos descarta que el suceso se deba a que la familia quería cobrar su pensión

Los Servicios Sociales pusieron sobre alerta al juzgado, que ordenó la investigación de la casa

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José María Francisco - valladolid
León

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La localidad vallisoletana de Alaejos, de 1.600 habitantes, vivió este viernes un episodio propio de la España negra. Los vecinos reaccionaron con asombro y estupor al conocer los hechos ocurridos en el número 23 de la calle Casas Nuevas, donde apareció el cadáver de una mujer de 90 años de edad que fue enterrada por sus familiares directos en una bodega de la propia vivienda hace más de ocho años. Los restos de Petra, cubiertos por una tela negra y envueltos en una bolsa de plástico, estaban enterrados a veinte centímetros de profundidad en una de las dependencias del domicilio familiar, según informó el delegado del Gobierno en Castilla y León, Miguel Alejo. El hallazgo del cuerpo sin vida de la anciana se produjo tras la orden decretada por el Juzgado de Instrucción número 2 de Medina del Campo, cuyo titular fue alertado previamente por funcionarios de los Servicios Sociales, alarmados por el extraño comportamiento de sus inquilinos. Cuando los miembros de la Guardia Civil y funcionarios judiciales accedieron al interior de la vivienda descubrieron que vivían César, de 91 años, y sus dos hijas, Macarena (65 años de edad) y Maribel, a quien sus paisanos no veían desde hace más de veinte años. A la espera de los resultados de la autopsia practicada en el Instituto Anatómico Forense de Valladolid, los primeros indicios apuntan a que Petra falleció a causa de la edad. Por motivos que aún se desconocen, su marido y sus hijas decidieron enterrarla en la bodega del domicilio en lugar de comunicar públicamente el fallecimiento. Aunque uno de los móviles que se barajaron para explicar el ocultamiento de la noticia es el cobro de la pensión, el Ayuntamiento de Alaejos descartó esta posibilidad. «Yo creo que no ha habido móvil en la muerte de Petra, sino que murió por causas naturales y debido a las condiciones psicológicas de los familiares y por el qué dirán la enterraron en la bodega», ha opinado el regidor. El alcalde Carlos Mangas, afirmó que la primera comunicación a los Servicios Sociales se produjo porque «era extraño que una familia de cuatro miembros, sin agua corriente, no apareciera por la calle, ni siquiera para acudir al centro de salud». El subdelegado del Gobierno en Valladolid, Cecilio Vadillo, añadió otras circunstancias: «No parece normal que en estos tiempos una familia careciera de agua corriente; el padre sólo abandonaba la casa una vez al mes para cobrar la pensión; la gente pensaba que una de las hijas se había ido del pueblo hace veinte años, y a la madre nadie la veía desde hace varios años». Con todos estos elementos, el Juzgado ordenó la inspección de la casa, con un resultado estremecedor: el padre y las hijas estaban «muy deterioradas» psicológicamente y no había rastro de la madre. Aunque el interior de la vivienda estaba muy oscuro y con muchas humedades, sorprendentemente las habitaciones estaban «muy, muy limpias», según desveló el regidor vallisoletano. La siguiente e inmediata resolución del Juzgado fue el ingreso de las tres personas en la Unidad Psiquiátrica del Hospital Clínico Universitario, donde serán tratados de los graves problemas mentales y sociales que padecen tanto el padre como las dos mujeres. Algunos vecinos de Alaejos sospechaban desde hace tiempo que en la casa «podía ocurrir algo raro», pero nadie era capaz de imaginar que Petra, desaparecida hace seis u ocho años, estaba muerta y enterrada bajo la tierra de bodega, en una fosa excavada por su marido y las dos hijas. Además de carecer de agua corriente, las condiciones de vida de la familia eran propias del siglo XIX. Alaejos (1.600 habitantes censados) no es un pueblo recóndito situado entre montañas, sino que está situado al sur de la capital del Pisuerga, junto a la A-62 (Burgos-Portugal), una de las autovías españolas más frecuentadas y un lugar de parada habitual de los conductores. Después de conocer el drama, algún vecino se lamentaba de la demora en haber comunicado la presumible «anormalidad» de la vivienda situada en una calle que, paradójicamente, lleva el nombre de «Casas Nuevas».

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