Diario de León

La fuga de población ha dejado a la provincia sin potencial de futuro

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La antigua región de León existe a efectos estadísticos. El mapa que representa la dinámica demográfica municipal entre 1970 y el 2005 agrupa a los municipios teniendo en cuenta si han captado o perdido población y si han ganado o perdido potencial. En estos términos, León, Zamora y Salamanca, junto a Extremadura y Galicia, responden al abandono de sus comarcas en beneficio propio. El caso de Ponferrada se agrupa entre los municipios que han crecido más que la media nacional en los 25 años estudiados, aunque es uno de esos municipios progresivos que, sin embargo, no ha recibido potenciales inferidos de unas zonas que han ido a menos. Le ha pasado lo mismo que a Ourense, Lugo o Benavente. La tipología más habitual en la provincia de León es, al igual que en Asturias o Cantabria, la que integran aquellos municipios afectados por traumáticas reconversiones de sectores como la minería: han perdido población y sin embargo han recibido algún tipo de potencial aunque siempre por debajo de la media. En el otro vértice de medir están las comarcas mediterráneas y las que bordean áreas metropolitanas en pleno auge, como Zaragoza, Pamplona, Logroño o Valladolid. Los autores del estudio consideran que es esencial subrayar que algunas regiones con fuerte potencial de población en 1970 -las cuencas mineras de León se llenaron de inmigrantes en esa época- se presentan claramente regresivas a partir de esa fecha, lo que evidencia un problema de pérdida de vitalidad demográfica y funcional, a pesar del fuerte dinamismo inmigratorio que ha tenido el conjunto nacional entre el 2001 y el 2005. «Este problema es el de un mundo rural en el que probablemente la propia inercia biológica ligada al fuerte envejecimiento dicta su propia evolución, a pesar del repunto de los últimos años y la especialización funcional hacia sectores de servicios o espacios de segunda residencia». Entre 1970 y 1991 tan sólo las capitales como madrid y Barcelona, pierden peso a favor de sus entornos metropolitanos, mientras que capitales de provincia como León son el referente dinámico en el resto del país. Sin embargo, a partir de la década de los noventa y, sobre todo, de 2005, se asite a la pérdida de peso de lagunas de estas capitales por el mayor dinamismo de sus espacios metropolitanos. El análisis de los mapas explica los movimientos del campo a la ciudad con fuerte urbanización de las ciudades medias y una desurbanización en las décadas sucesivas hasta hoy. La fuerte reducción de la natalidad no puede explicarse sin hacer referencia al cambio en las diferencias de edad entre madre e hijo, que implican un retraso en el acceso al matrimonio, a la maternidad, al trabajo; al incremento del índice de soltería, a las parejas de hecho y a la legalización de las del mismo sexo. Además, la progresiva liberalización femenina ha supuesto un cambio en la composición y la organización de los núcleos familiares. Esa pluralidad hace intuir las nuevas cuencas de vida en las que se mueve la sociedad leonesa, que vive en un sitio, pero puede trabajar en otro, estudiar en un tercero y tener una segunda residencia más allá. Somos muchos menos porque la sangría poblacional ha caído en picado desde 1960, pero, eso sí, mucho más diversos.

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