Los detractores a la reforma educativa exigen al rector de la Universidad que convoque un referéndum para decidir sobre ella
La mayoría de alumnos de secundaria va a la huelga, pero sólo 600 se manifiestan
El «rechazo frontal» al nuevo mapa de titulaciones universitarias, derivado de la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, o Plan Bolonia, sacó ayer a las calles de la capital leonesa a más de medio millar de estudiantes de institutos y facultades, según la Policía Local -1.500 según los organizadores-, un número relativamente pequeño si se tiene en cuenta que la huelga afectaba a cerca de treinta mil alumnos. En el resto de la provincia las protestas fueron testimoniales y sólo en Ponferrada con un centenar de manifestantes y en Astorga, con setenta, hubo cierto respaldo a la convocatoria. En cambio, los centros de secundaria sí sufrieron las consecuencias de la huelga. Casi 12.000 estudiantes de 44 institutos (40,2%) no asistieron a clase -según los datos de la Junta-. Pero esa desbandada masiva no sumó el mismo número de efectivos a la manifestación convocada a las once y media de la mañana en la plaza de Botines por la organización Alternativa Universitaria Estudiantil. Su portavoz, Samuel Álvarez, quien ha sido el encargado de informar sobre los porqués de las protestas a lo largo de las últimas semanas, rechazó la «gran estafa» que supone la «imposición» del proceso de Bolonia, que implica la modificación de las licenciaturas actuales en grados y postgrados, «estos últimos el doble de caros que una matrícula de un curso», criticó. El representante estudiantil abogó, durante la lectura del manifiesto, al que se unieron comunicados de otras agrupaciones -algunas políticas-, por abrir un nuevo debate en torno al futuro sistema académico. «Nos deben informar a todos sobre qué es lo que se va a hacer y después deberían convocar un referéndum para saber cuál es la decisión de los estudiantes», consideró Samuel Álvarez, quien emplazó al rector José Ángel Hermida a que «defienda ante las instituciones superiores la postura que salga de esa votación». Según los detractores del nuevo mapa de titulaciones, la «brutal reforma esconde la privatización definitiva de la universidad pública en toda Europa», lo que implica la «desaparición» de ciertas carreras y áreas de conocimiento «que no sean rentables para las empresas, aunque tengan un interés social, cultural o científico». Esta percepción lleva a los contrarios a Bolonia a exigir «la derogación inmediata» del plan y amenazan con «luchar hasta donde haga falta» para que «así sea». «Esta huelga es sólo el primer paso para impedir esta agresión sin precedentes contra una institución con siglos de historia», concluyeron.