La Mesa anula su acuerdo del día 4 porque, según Bono, no se dan las condiciones de consenso
El Congreso revoca su decisión de poner la placa en la casa de la santa
Bono convocó una reunión urgente y los partidos optaron por unanimidad por cerrar el asunto
Sor Maravillas de Jesús se quedará sin placa en el Congreso. Tras una semana de dimes y diretes, rechazos y respaldos, la Mesa de la cámara revocó por unanimidad su decisión inicial de homenajear a la religiosa elevada a los altares por Juan Pablo II hace cinco años. «No se dan las condiciones», sentenció José Bono, el valedor de la idea entre los socialistas. Aún no se habían acallado los comentarios sobre la reflexión del presidente del Congreso acerca de los «hijos de puta» que podían llegar a ser sus compañeros (socialistas), cuando el autor del improperio convocó con urgencia una reunión extraordinaria del órgano rector de la cámara para resolver el embrollo creado por la decisión de colocar una placa en homenaje a Santa Maravillas de Jesús. Sin apenas debate, la Mesa resolvió sin votos en contra dar carpetazo al asunto. La polémica, en palabras del impulsor de la iniciativa, el diputado del PP y miembro del Opus Dei, Jorge Fernández Díaz, «nos ha superado a todos». Bono, que dio su visto bueno al homenaje el pasado 4 de noviembre, reconoció que es «evidente y notorio» que no se da el «clima de consenso» para homenajear a la carmelita porque lo que para unos es «mérito» para otros es «agravio». Por tanto, resumió, «no tiene sentido» seguir adelante. También admitió que la decisión pudo ser «errónea», pero aclaró que se tomó sin «mala intención» y sin pretender «molestar» a nadie. Al fin y al cabo, sor Maravillas, según Bono, reunía méritos puesto que se trata de una santa «con notoriedad», nació en lo que hoy es una sede parlamentaria en el número 36 de la carrera de San Jerónimo, y en su familia hubo dos presidentes del Congreso y otro del Senado. ¿Qué pasó para que una propuesta aprobada sin votos en contra fuera revocada por unanimidad 15 días después? Pues que nadie midió las consecuencias. Bono, el único socialista en la Mesa que apoyó la propuesta del PP -de los otros dos miembros, uno estaba de viaje y el otro se ausentó- creyó que el gesto pasaría sin pena ni gloria. El PP dejó hacer a su diputado, aunque sin entusiasmarse con la iniciativa. CiU y PNV votaron a favor en aquella reunión, pero al trascender el acuerdo los partidos minoritarios encendieron la mecha de la polémica.