Bajo una intensa presión internacional, el Gobierno israelí dio muestras de caminar hacia un tímido
Israel acepta considerar una tregua pero ordena seguir combatiendo en Gaza
El Ejército bombardea Rafah para hundir túneles, lo que origina el éxodo de miles de palestinos
Miles de palestinos abandonaron ayer el sur de la franja de Gaza y la localidad de Rafah, huyendo de los bombardeos de la Fuerza Aérea y la Artillería israelíes para hundir túneles en esa zona. Uno de los habitantes de Rafah relató que aviones israelíes lanzaron por la tarde cientos de panfletos en los que se pedía a la población que evacuase sus casas por el peligro de ser bombardeados. Pasadas las 20.00 hora local (18.00 GMT), los aviones comenzaron a bombardear la zona de forma masiva a la altura del corredor Filadelfi, la frontera entre Gaza y Egipto. La televisión israelí informó de que, pasadas más de cuatro horas, el bombardeo continuaba y que el objetivo era desmoronar los túneles por los que el movimiento islámico Hamás hace contrabando de armas para sus hombres. Según testigos presenciales, decenas de familias dejaron sus casas y pertenencias y se encaminaron hacia el norte en busca de refugio, sin saber si podrán volver a ellas. Fuentes de la seguridad en Gaza explicaron que los aviones israelíes destruyeron 26 viviendas que consideran que albergaban bocas de túneles, y que zapadores destruyeron otras decenas en toda la zona. Por su parte, Ghazi Hamad, ex portavoz de Hamás y residente en Rafah, denunció que Israel está destruyendo simples viviendas de civiles. Los bombardeos israelíes se producen en paralelo a una iniciativa de Francia y Egipto para declarar un alto el fuego, que parece haber ganado apoyos tanto en Israel como en el movimiento islamista. Y, por lo que parece, Israel resolvió ayer conducirse una vez más por aquella enseñanza de Ben Gurion que recomienda combatir en la guerra como si no existiera la paz y buscar la paz como si no existiera la guerra. Y es que, horas antes de dar luz verde de nuevo a los tanques y a la aviación sobre Gaza, el Gobierno israelí dio muestras, bajo una intensa presión internacional, de caminar tímidamente hacia posturas que podrían sugerir un arreglo. Por primera vez en doce días de combates, el Ejecutivo de Ehud Olmert mandaba detener la ofensiva entre la una y las cuatro de la tarde, hora local, para permitir la entrada en la franja de una insuficiente, aunque necesaria, ayuda humanitaria. La alarma del Comité Internacional de la Cruz Roja sobre el peligro de una crisis de supervivencia real para el millón y medio de palestinos que malviven en Gaza, unida también a la intervención de la Secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, se traducían en este mínimo respiro. El tiempo era aprovechado por la población para hacerse con comida, visitar a familiares, y por las ambulancias para recoger cadáveres.