Diario de León

Hace 3.500 años las gentes del medio Esla vivían del pastoreo y una agricultura precaria y el perro estaba domesticado

Los hoyos de Villaornate desvelan la vida en el Bronce y la época visigoda

Los restos de dos cabañas dan idea del atraso que se produjo en la era visigoda

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El Pelambre ha pasado de simple topónimo de una finca particular al sur de Villaornate, en la margen izquierda del medio Esla, a lugar señero de la Edad del Bronce y la primera etapa hispano-visigoda gracias al Carbono 14.

Los 67 hoyos hallados en la finca con ocasión de la extracción de áridos para las obras de regadío han pasado de ser almacenes de cereal y basureros milenarios a desvelar la forma de vida, dieta y el paisaje de Villaornate hace 3.500 años y en el siglo VI, etapas a las que corresponden los restos óseos, pólenes y cerámicas, según los análisis de radiocarbono realizados en el Csic y un laboratorio sueco por encargo de la empresa Tragsa.

Las personas que habitaron los aledaños de Villaornate en la Edad del Bronce «vivían del pastoreo y de una agricultura precaria», se alimentaban de carne de vaca y oveja, aprovechaban el mejillón de río y también tenían caballos, aunque no hay pruebas de que su carne formara parte de la dieta alimenticia. También cazaban algún lince y ciervo, seguramente con prácticas de trampeo, y el perro ya estaba domesticado, como se desprende de los restos óseos hallados junto a los de otros animales y de las marcas que su dentadura carroñera dejó en algunas piezas.

El paisaje, con predominio de pastos propios para el pastoreo, contaba apenas con un 20% de bosque, sobre todo de encinas, enebros y alisos. Apenas existía vegetación de ribera, otro dato que indica la sobreexplotación de la tierra para el cultivo de cereal durante la Edad del Bronce.

Las cerámicas finas, decoradas con la técnica de boquique (punto y raya) y rellenas de una pasta blanca que ha resultado ser huesos machacados, forman parte de los materiales propios de la Edad del Bronce que evidencian un cierto grado de desarrollo tecnológico y también el incipiente sentido estético de las poblaciones prehistóricas.

Dos mil años después, reaparece la vida en El Pelambre. Estamos ahora en la edad tardoantigua, en el inicio de la época visigoda. Los restos de esta etapa son más exiguos, pero es llamativa la huella dejada por dos cabañas asociadas a una granja, una de las cuales debió de usarse como residencia y la otra como cuadra. Un paso atrás respecto a la época romana en la que se vivió en casas.

Del poblamiento hispano visigodo se han estudiado 93 restos óseos y cuatro muestras de polen de cuyos resultados se desprende que la dieta de las gentes que habitaron Villaornate en esta época era diferente a la de época romana y que además del cultivo de cereal existen ya viñedos.

Las cerámicas grises y facetadas son la evidencia del «paso atrás» que se produjo en la tecnología de la época respecto a etapas anteriores. Los recipientes eran modelados a mano y posteriormente regularizados con el torno.

Los análisis de Carbono 14 realizados sobre restos óseos animales, humanos, pólenes y cerámica no sólo han fechado los materiales, sino que los han identificado. Así, se sabe con exactitud que 45 de los 67 hoyos contenían materiales del año 1.300 a. de C., en el Bronce Medio, en plena vigencia de la llamada cultura Cogotas I que se ha focalizado en torno al Duero.

Otros 15 hoyos, cilíndricos y más profundos, corresponden a la época tardoantigua, y más en concreto al siglo VI cuando se inicia la aún «oscura» era visigoda, según revelaron los estudios radioisotópicos realizados por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (Csic) y el laboratorio de Upsala en Suecia.

El estudio, financiado íntegramente por Tragsa, está a punto de finalizarse y próximamente será publicado con los detalles de la investigación multidisciplinar llevada a cabo a partir de la excavación dirigida por la arqueóloga leonesa María Luz González.

Para la Edad del Bronce cuenta con la participación de Germán Delibes y Fernando Abarquero y para la edad visigoda con la de Fernando Pérez. Los estudios de polen son de José Antonio López Sáez, Lourdes López Merino y Sebastián Pérez Díaz, y los de fauna han sido realizados el profesor de la Universidad de León, Carlos Fernández Rodríguez.

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