Diario de León

Rajoy intenta frenar la fuga de voto rural y el PSOE «lucha» en las urbes

Publicado por
Paula de las Heras
León

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santiago

Mariano Rajoy, presidente del PP, y José Blanco, vicesecretario general del PSOE, persiguen en las últimas horas un mismo objetivo: hacerse con el voto rural, clave en las elecciones gallegas. Tras años de hegemonía, los «populares» han ido perdiendo apoyo en un caladero en el que apenas tenían rival y ahora se afanan, con todos sus efectivos, en contener la hemorragia.

La tarea ha llevado al líder del PP por las localidades más pequeñas en una campaña paralela a la de su candidato a la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Ayer tocó Pontevedra -cinco municipios en una sola jornada-, pero antes fueron Lugo y Orense, donde su formación corre el riesgo de perder entre uno y dos escaños.

En su empeño por obtener un buen resultado que incremente su debilitado crédito, el mismo Rajoy que, como exponente de los llamados «birretes» luchó por un PP alejado de las estructuras caciquiles de los «boinas», se deja ahora achuchar por sonrosadas mujeres de pueblo, abraza el folclore e incluso, si se tercia, como ocurrió ayer, se fotografía en un mercado con una comparsa de carnaval. Todo de la mano de José Luis Baltar, presidente del PP de Orense y antiguo rival interno.

El líder opositor ha hecho de la necesidad virtud porque los «populares» gallegos admiten que el voto rural está ahora mucho menos «definido» que el de las ciudades.

Oportunidad

Los socialistas, conscientes de esta debilidad, han intensificado su campaña en las zonas del interior. Creen que el suelo electoral del PP es aún muy sólido porque tiene como base, dicen, a una población envejecida a la que ya es difícil hacer cambiar de partido. Pero intentan aprovechar sus posibilidades. Y el Bloque Nacionalista Gallego, que sí tiene una penetración rural de la que el PSOE carece, suma fuerzas.

Aún así, Emilio Pérez Touriño sigue centrando sus aspiraciones en el mismo voto joven de las ciudades que le permitió arrebatar a Fraga la Xunta en 2005. El propio presidente, con su perfil de docente y hombre de despacho, reconoce que lo suyo no es alentar a las masas. En este contexto hay que encuadrar su reconocimiento de que «ha sobrado política ilustrada y ha faltado calle».

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