Diario de León

El PSOE y el PSE apuestan porque López sea lendakari, a pesar del coste que se pagará en Madrid

El Gobierno encara su trimestre más difícil sin aliados fijos en el parlamento

El Ejecutivo buscará al PP para hacer frente a la crisis y a la izquierda en las políticas sociales

Publicado por
S. Olmo
León

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madrid

El Gobierno encara desde esta semana un complicado trimestre sin aliados en el Parlamento y asediado por la recesión económica. La derrota electoral del PSOE en Galicia y el previsible cambio de signo en el País Vasco, con la elección del socialista Patxi López como lendakari, han dibujado un nuevo escenario político en el que José Luis Rodríguez Zapatero tendrá que hacer malabares para sacar adelante sus iniciativas.

La prioridad de Rodríguez Zapatero es aupar a López a la presidencia del Gobierno vasco, aunque eso tenga un coste en Madrid. Pocas veces ha estado tan unido el PSOE y el Ejecutivo en torno a un objetivo como ahora lo están en su apuesta por el cambio en Euskadi. No hay fisuras. Tanto en el PSE como en el PSOE y el Gobierno tienen claro que esta vez el cambio es posible y no están dispuestos a ceder, como lo hicieron en 1986, cuando, tras obtener más escaños que el PNV en el Parlamento de Vitoria, renunciaron a la presidencia a favor de José Antonio Ardanza y aceptaron un segundo plano en un gobierno de coalición. Creen que repetir ahora aquel gesto y no pugnar por la Lendakaritza tendría un coste electoral no sólo en el País Vasco sino en el conjunto de España, y las consecuencias serían peores que las que puede acarrear carecer de aliados en el Congreso. «Nuestro electorado no nos lo perdonaría», afirma rotundo un ministro, quien, como sus compañeros, no contempla otra alternativa.

Pero el efecto inmediato será el alejamiento del PNV, el único aliado firme que tenía el Gobierno en el Congreso. Y no sólo se apartan los nacionalistas vascos. La derrota electoral del PSOE en Galicia ha acabado con el pacto con el BNG, que a partir de ahora venderá más caro el respaldo de su único parlamentario en el Congreso. Los 169 diputados socialistas se sentarán esta semana en el hemiciclo conscientes de que enfrente tienen a 170 parlamentarios que pueden ponerse en contra.

Pese a ese sombrío panorama, Zapatero no parece estar especialmente preocupado por la soledad de su grupo, según comentan personas de su entorno. El período de sesiones que concluye en junio va a estar marcado por la crisis económica, que aún va ir a peor, según las previsiones que maneja el vicepresidente Pedro Solbes, con aumento del paro y riesgo de deflación.

Con ese escenario, el presidente va a tener un margen de actuación muy escaso y no podrá comprometer mucho más dinero porque Bruselas vigila con lupa el ya elevado déficit español. El Gobierno prevé que la oposición, especialmente el PP, cargará todas sus baterías contra Zapatero en las sesiones de control pero está convencido de que, si llega el caso, respaldará con sus votos las medidas que pueda llevar al Parlamento de aquí a junio.

Con todos

La economía con la derecha y lo social con la izquierda. Con esta idea enfoca el Gobierno los próximos meses parlamentarios, una estrategia que el portavoz del grupo, José Antonio Alonso, suele definir como «geometría variable». Los socialistas creen que pueden salir adelante con pactos concretos con cada una de las fuerzas políticas aunque ya no tengan un aliado estable. Pretenden compensar la pérdida del PNV con un nuevo acercamiento a CiU y, aunque reciben continuas calabazas de los dirigentes convergentes , confían en el socio más moderado de la federación catalana, Unió Democrática, para lograr una aproximación. «Hay que hablar con Durán y Lleida», bromean en el entorno de La Moncloa.

Los diputados de la izquierda serán los compañeros de viaje para la reforma de la ley del aborto, uno de los pocos proyectos de ley que tiene en cartera el Gobierno para antes del verano.

Así, lo que preocupa al Gobierno no es tanto su soledad parlamentaria como la opinión de los ciudadanos, que van a seguir sufriendo los efectos de una crisis que aún no ha tocado fondo «y que todo lo tapa», dice un alto cargo. La derrota de Galicia, inesperada para la mayoría de los socialistas hasta el mismo domingo electoral, ha encendido las alarmas. Desde el día 1, varios ministros y dirigentes del PSOE se plantean qué hacer para ilusionar a votantes que miran el futuro entre tantos nubarrones.

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