Recorrió el museo ubicado en San Isidoro, que atesora más de 10.000 volúmenes y mil piezas de las primeras civilizaciones
El Museo Bíblico regala a la Reina una carta de hace 4.000 años que habla de una burra
Doña Sofía colocó un «clavo fundacional» en una placa con su nombre en sumerio: Igi-Gal
León
La Reina desveló ayer en León un secreto guardado durante 4.000 años. El Museo Bíblico y Oriental, que Doña Sofía inauguró pasadas las doce del mediodía, le regaló una tablilla paleobabilónica del siglo XVIII antes de Cristo, cuyo contenido no había sido leído nunca.
La Reina «rompió» con gran expectación el sobre de arcilla que protegía este documento -"uno de los primeros textos de la humanidad-" y el director del Museo Bíblico, el sacerdote leonés Jesús García Recio, licenciado en Semíticas, tradujo sin dificultad la carta escrita en acadio.
«¡Qué pena que no sea una carta de amor!», dijo después el historiador y benefactor del museo Francisco Antonovich. En realidad es una misiva comercial, en la que un amigo le pide a otro que le envíe una burrita pequeña de la que ya habían hablado. No menciona precios y se despide suplicando a los dioses que le permitan vivir muchos años. La Reina no quería quedarse esta valiosa pieza arqueológica, donada por un particular al museo, para la que se confeccionó un estuche especial en madera de tejo. «Tuvimos que convencerla», confesó García Recio.
No fue la única sorpresa. La Reina, acompañada por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, y el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, y una larga comitiva de autoridades, así como los dos mecenas del museo, el empresario leonés David Álvarez, y el presidente de Caja España, Santos Llamas, recorrió las dos exposiciones -"la de Alejandro Magno y la colección del museo-", que abrirán al público este sábado.
La Reina quiso tomarse su tiempo para ver con detalle algunas piezas e interrogó constantemente a García Recio y a Antonovich sobre varios de los tesoros excepcionales que alberga el nuevo museo leonés, único en el mundo.
Sofía, persona sabia
La Reina, que estudió arqueología y es una gran conocedora de la figura de Alejandro Magno, puso «un clavo» fundacional en una placa que da fe de la inauguración del museo un 11-M (fatídica fecha). La placa está escrita en griego y español y lleva grabado el nombre de Sofía en sumerio: «Igi-Gal», que significa ojo grande o, en interpretación de García Recio, ojo despierto, es decir, persona sabia.
Doña Sofía visitó primero el museo, donde se exhiben apenas 90 de las mil piezas de la colección que inició el historiador holandés Van Dijk y que luego legó en herencia a García Recio, incluyendo objetos de 4.000 y 7.000 años antes de Cristo, de la antigua Mesopotamia. Aquí, la Reina pudo ver de cerca un papiro de la Biblia Septuagenaria, del siglo III, que contiene un capítulo del Éxodo, del Antiguo Testamento.
También un osario de piedra caliza del siglo I, procedente de Jerusalén, que se muestra bajo un lienzo similar al sudario de Cristo.
Otra de las joyas de este museo son los textos arcaicos, que muestran la evolución de la escritura cuneiforme en Mesopotamia del 3.400 al 600 antes de Cristo.
García Recio seguramente hizo detenerse a la Reina ante un jarro de diorita, una pieza diminuta, que tiene grabado un texto «valiosísimo» de Manistusu, rey de la ciudad de Kis, dedicado a la diosa Nin-isina.
Un museo para la escuela
Pese a la antigüedad y el valor de los objetos que exhibe el Museo Bíblico, su intención es que los niños puedan dar clase aquí, sentados en sillas plegables, para que conozcan dónde nació la escritura, las primeras religiones, el arte y hasta el Derecho, contemplando, por ejemplo, un contrato de adopción de un niño, fechado en el siglo XIX antes de Cristo. De hecho, la Reina lanzó una exclamación cuando le presentaron a un grupo de niños que asisten a las clases de «lenguas muertas» en el Instituto Bíblico y Oriental. Les preguntó uno a uno qué estudiaban y puso cara de sorpresa cuando estos pequeños, algunos procedentes de la montaña leonesa, contestaron que estudiaban egipcio-jeroglífico, arameo o ugarítico...
Luego, la Reina visitó la biblioteca del museo, que reúne más de 12.000 volúmenes de temática bíblica y oriental, donde contempló el libro El descubrimiento del Egipto antiguo ( 1820), en el que un grupo de botánicos y arqueólogos plasmaron en litografías las escenas de los templos de este imperio. A la Reina le impresionaron estos grabados.
Por último, pudo contemplar las 170 piezas que integran la exposición El itinerario religioso de Alejandro Magno , la mejor y mayor del mundo, cedida por Antonovich y que podrán verse en León durante varios meses. García Recio llamó la atención sobre un pequeño busto, el único coetánea al rey macedonio. Asimismo, hay joyas de oro de su época y de época del padre de Alejandro Magno, el rey Filipo II -"extraídas de su tumba, en Pella (capital de Macedonia)-". La Reina aprovechó su estancia en San Isidoro para ver las pinturas del Panteón Real y la recién restaurada iglesia.