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«La calle ha cambiado mucho en estos años»

Publicado por
A. Gaitero
León

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En quince años que lleva funcionando en León el programa de intervención sociocomunitaria en medio abierto «la calle ha cambiado mucho», admiten las educadoras. Hay nuevos patrones de consumo de drogas y los juegos que atraen a niños y niñas son muy distintos, más solitarios y ligados a las máquinas. «Hay que andar muy finos para llamarles la atención», añade el equipo.

La presencia de la inmigración es otro de los factores que ha cambiado en el paisaje callejero. Hace diez años «no era frecuente y ahora es la norma, con el condicionante de que para culturas como la marroquí la calle es un lugar de socialización positivo y no negativo», explican. Y sería bueno que la calle «volviera a ser un lugar de socialización».

Los problemas de vivienda, de convivencia, la pobreza en sentido humano más que económico, son algunos de los factores que contribuyen a aumentar el riesgo de caer en la drogas en las zonas más marginadas de la ciudad.

La función de la educación de calle del plan de drogas es «estar donde están los factores de riesgo para reducirlos y fomentar la protección» a través de actividades que cultiven las «habilidades sociales» y ofrezcan «la oportunidad de disfrutar de actividades de ocio y tiempo libre o de iniciar relaciones afectivas satisfactorias», señala el equipo. Además, durante estos últimos diez años la presencia de un miembro de la comunidad gitana en el equipo, Ramón Jiménez, Neti, ha facilitado mucho las relaciones con los consumidores cara a su rehabilitación. El teléfono de Neti responde a cualquier hora. Tiene experiencia en atender a drogodependientes en situaciones críticas. Su mayor satisfacción: «Cuando ves que el trabajo repercute en un cambio de estilo de vida y hay más paz en las casas».

«Estar cerca y esperar el momento adecuado para actuar es la clave», aseguran. Neti dice lo mismo con una cita de la Biblia: «Como manzana de oro, como figura de plata, es la palabra dicha como conviene».

No lleva la cuenta de las personas que ha llevado a rehabilitación desde los puntos de venta. Pero sí recuerda bien el día en que una joven traficante y consumidora le tomó por un cliente y le preguntó: «Y tú, ¿cuánto quieres?». Esa joven dejó la droga y «no se la conoce».

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