El plan de drogas merma la educación de calle para menores en situación de riesgo

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El Plan Municipal sobre Drogas de León puso en marcha hace quince años un programa de educación de calle para atender «a grupos de menores y jóvenes en situación de alto riesgo de consumo de drogas y consumidores de drogas en activo» con los que no se puede intervenir eficazmente desde los servicios sociales.

Hoy, el plan centra sus esfuerzos en «la educación y la prevención» en la escuela y en las familias, reconoce el concejal de Participación Ciudadana, Vicente Canuria. La educación de calle ha visto reducida casi a la mitad su plantilla en el último año: de ocho se ha pasado a cuatro profesionales.

Una persona fue absorbida por el propio plan para la integración de drogodependientes, otra está en excedencia y dos más promocionaron a Servicios Sociales para cubrir puestos vacantes debido al despligue de la ley de la dependencia en la capital. En concreto, dos plazas de trabajo social en el departamento de minorías étnicas, «lo que supone que están trabajando en muchos casos con el mismo colectivo», señaló la concejala de Bienestar Social, Teresa Gutiérrez.

El concejal responsable del Plan Municipal sobre Drogas, Vicente Canuria, asegura que la educación de calle «se va a reestructurar» para «coordinar y centralizar» el área del plan de drogas y otras actuaciones de educación de calle que se realizan desde la concejalía de Bienestar Social para «no duplicar los esfuerzos», añade Gutiérrez.

Como consecuencia de esta reestructuración quedan dos educadoras para la intervención sociocomunitaria en medio abierto, un monitor deportivo y un mediador con la comunidad gitana.

El programa Isema de intervención social en medio abierto, a pie de calle con la población de más riesgo, se limita ahora a los barrios de Armunia y Mariano Andrés y en este último barrio carece de un local donde ofrecer actividades propias. La sede del programa en un local del Secretariado Gitano en la zona de Michaisa. Con todo, el año pasado el programa llegó a 211 menores -"29 de ellos drogodependientes-" y a 67 familias.

En los años de «esplendor» del programa de calle el trabajo estaba dividido en tres zonas -"Armunia, Trobajo y Oteruelo; Las Ventas, Cantamilanos, Inmaculada y San Esteban, Pinilla, Crucero-" y cada pareja de educadores trabajaba en una de ellas con el apoyo de un monitor deportivo y un mediador gitano.

El programa Isema desarrolló el año pasado seis proyectos destinados a dos grupos específicos de población: la intervención con menores y jóvenes en situación de alto riesgo de consumo de drogas (114 varones y 68 mujeres) y los programas con drogodependientes 27 varones y dos mujeres).

El trabajo de calle posibilitó el contacto inicial con 37 menores y jóvenes, con un grupo de 63 se rerforzaron las acciones de toma de confianza y en 41 casos se realizaron diagnósticos sobre factores de riesgo y protección, situación familiar y personal. Asimismo, se llevaron a cabo 16 proyectos individualizados de atención.

Además, se contactó por primera vez con nueve familias y con otras 26 se reforzaron las relaciones de confianza, en siete casos se pudo realizar también un diagnóstico y en 16 familias se llevaron a cabo acciones de carácter preventivo.

Y es que para hacer educación de calle, primero «hay que llegar a la población» que está en situación de riesgo o consume drogas y luego «no desentonar en el ambiente, tienes que ser una persona de referencia a la que se recurre con confianza», añaden las educadoras.

El perfil dominante de la población diana es el de un varón de entre doce y diecisiete años, que aunque en su mayoría no consumen drogas (102) están en situación de riesgo. Además trabajaron con 32 menores que consumen regularmente drogas, 18 con un consumo incipiente y 14 que lo hacen de forma esporádica.

En conjunto, el programa con menores de Isema atendió a un 60% varones (60%) y un 40% de niñas y mujeres jóvenes. También se trabaja con personas adultas, especialmente entre el grupo de consumidores.