López se encargaba de que los contratos no superaran los 12.000 euros para evitar los concursos
Correa tejió redes independientes para atrapar a los tres diputados de Madrid
Ninguno de los imputados sabía que el otro tenía tratos con el jefe de la trama
madrid
Cada uno de ellos pensaba que era el más listo y que su lucrativa relación con Francisco Correa era exclusiva, única. El empresario se esmeró durante años para que ninguno de sus corrompidos descubriera que su caso no era más que un eslabón en una cadena y se sintiera especial.
Correa, un verdadero experto en relaciones sociales, tejió diversas tramas de corrupción independientes y paralelas. Telarañas de relaciones personales en las que cayeron hasta el fondo los tres diputados de Esperanza Aguirre que esta semana fueron suspendidos de militancia en el PP. «El trabajo que Correa hizo para llevarse al huerto a los aforados madrileños fue un encaje de bolillos. Todo personalizado.
Diseñó a medida el tipo de corruptela que podía aplicar a cada uno según su cargo. Y la codicia de los parlamentarios hizo el resto», explican los especialistas antiblanqueo de la Policía dedicados desde hace meses a bucear en las tramas Gürtel de Madrid y cuyo único nexo es el propio Correa. Del ex consejero de Deportes Alberto López Viejo, el niño bonito de Aguirre, Correa sacó tajada en los concursos públicos de la comunidad. De Alfonso Bosch Tejedor consiguió contratos inmobiliarios en Boadilla del Monte, donde el todavía parlamentario fue gerente de la Empresa Municipal del Suelo. Y de Benjamín Martín Vasco arrancó concesiones en Arganda del Rey. Los tres, según la investigación del juez Baltasar Garzón, se llevaron en coimas una cifra no menor de 1,2 millones de euros.
El caso de López Viejo, coinciden todos los expertos de la Policía Judicial, fue el más arriesgado por ser el más expuesto. Pero eso no fue obstáculo para Correa. El ex consejero de la Comunidad de Madrid, de acuerdo con la investigación, cayó en la telaraña Gürtel sólo medio año después de llegar en mayo de 2004 a la Viceconsejería de Presidencia. La trama Correa-López era simple y muy lucrativa: las empresas de Correa se llevaban la organización de todos los actos del Gobierno regional que pasaban por las manos del consejero. Todo a dedo. López se encargaba de que los contratos no superaran los 12.000 euros para evitar los concursos públicos. Correa, por su parte, cambiaba una y otra vez los nombres de sus empresas para no levantar sospechas. Así, ambos engañaron incluso a la presidenta Aguirre, que estaba convencida de que su subordinado encomendaba sus eventos a diferentes empresas. El pago por los servicios (terminología que usaba Correa) era también sencillo y difícil de rastrear: sobres con billetes de quinientos euros. El único problema es que Correa guardaba una contabilidad B muy detallada sobre estos pagos, en teoría, indetectables y ese libro de cuentas está en manos de la Policía. Hasta siete pagas recibió López de manos de los hombres de Correa, según Garzón, que cifró los sobornos en torno a los 563.000 euros.
Espía indiscreto
Lo de Martín Vasco era mucho menos discreto pero igualmente simple: la constructora Martinsa pagó comisiones a Correa por hacerse con un proyecto millonario en Arganda. El empresario, a su vez, compró al entonces presidente de la Empresa Pública Sociedad de Fomento del municipio madrileño con 437.000 euros para amarrar un pelotazo cercano a los 73 millones de euros.
Martín Vasco, ex presidente de la comisión de los espías hasta conocerse su implicación en el caso Gürtel, sin embargo, no hizo mucho por guardar su secreto. Según Garzón, no puso reparo a que los testaferros de Correa en Suiza ingresaran en su cuenta 150.000 euros. Tampoco puso objeciones a recibir todo tipo de regalos ostentosos como una televisión de plasma, billetes de avión o joyas de una exclusiva tienda de Madrid. El diputado, incluso, dejó que Correa organizara su boda gratis total y pagara un viaje de novios a Polinesia valorado en casi 30.000 euros como agradecimiento por sus «servicios» en Arganda.
La trama Bosch-Correa en Boadilla era parecida a la de Martín Vasco, pero más modesta porque el todavía parlamentario «sólo» recibió sobornos por valor de 250.000 euros.