Diario de León
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Análisis | b. s. Olandía

La reunión entre Junta y

Gobierno no arroja luz sobre

las infraestructuras que León sigue esperando

Mucho se había especulado con la reunión entre Juan Vicente Herrera y José Blanco; en una comunidad como la de Castilla y León, las infraestructuras cobran una importancia vital que debería guiar los pasos de las administraciones. Pero la provincia de León ha sufrido un nuevo revés; los proyectos que permanecen aún en el cajón de Junta y Gobierno seguirán su paciente espera mientras otras vías les adelantan a toda prisa.

La ausencia en los discursos de la León-Braganza da que pensar; después de asegurar por activa y por pasiva que en la agenda del encuentro se recogía el guante arrojado desde León, el silencio en torno al proyecto supone un nuevo frenazo. La León-Braganza no ha tenido la suerte de ser una «prioridad para la comunidad», apelativo cariñoso con el que Herrera llama a la Autovía del Duero. Pero lo peor de todo es la sensación de indiferencia; la Junta discrimina la vía y parece dejar al buen criterio del Gobierno su puesta en marcha, porque no es lo mismo exigir que sugerir, porque no es igual «proponer la inclusión» de una vía en el Peit que pedir «que se tome en consideración». No es lo mismo pensar, que pensar en pensar.

Mientras, la León-Valladolid sigue acumulando retrasos; oficialmente, tendría que estar en marcha en el 2009, pero ni siquiera el propio ministro supo poner fecha al final de las obras. Y fuera del asfalto el futuro es más negro si cabe. La alta velocidad viaja a León a paso de tortuga, y bajo el mosqueante anuncio del anuncio. Blanco cree que «en un periodo corto de tiempo» se podrá saber el plazo definitivo.

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