Pionero de la escuela moderna

Herminio Almendros, nacido en Almansa (Albacete) en 1898, fue uno de los maestros más destacados de las escuelas de Sierra-Pambley de Villablino, donde estuvo destinado entre 1926 y 1928. Había tomado contacto en Madrid con el Ateneo y la Residencia de Estudiantes a través de su amigo Alejandro Casona, quien años después le ayudaría a salir de Francia rumbo a Cuba en el exilio por la guerra civil.

La celebración del congreso del MCEP en León coincidiendo con el 70 aniversario del fin de la guerra anima el homenaje que el movimiento de escuela popular rinde a Herminio Almendros en colaboración con la Fundación Sierra-Pambley.

Con el recuerdo al «pionero de la escuela moderna en España» continúa la recuperación de la memoria histórica iniciada el año pasado por la delegación española del MCEP en la Ridef (Rencontre Internacionale Des Éducateurs Freinet) de México.

Dar a conocer la labor de los maestros y maestras en el exilio y particularmente de quienes llevaron a América la filosofía de la nueva escuela, como Patricio Redondo, José de Tapia, Ramón Costa y el propio Almendros, es una forma de «recuperar las raíces para saber de donde venimos y hacia dónde queremos avanzar», subraya Pilar Fontevedra.

Durante la II República, recuerda, se confiaba en la escuela para «cambiar el país, se dignificó la profesión y se impulsó la alfabetización y la cultura del medio rural con las Misiones Pedagógicas».

La correspondencia de Almendros con Manuel Bartolomé Cossío, Luis de Azcárate y José de Caso, que guarda el archivo de la Fundación Sierra-Pambley, dan cuenta de las inquietudes y preocupaciones de su trabajo en las escuelas de Laciana: la compra de nuevos libros para animar la lectura entre el escaso grupo de escolares ( El Lazarillo de Tormes , El Quijote , obras de Lope de Vega...) o el perfeccionamiento en contabilidad del alumnado de la escuela mercantil.

Despedida de Villablino. Son numerosas las menciones a la cooperativa mantequera, cuyos socios le pidieron que se hiciera cargo de la dirección técnica. Y también a la dureza de los largos inviernos lacianiegos: «Por aquí disfrutamos de una extraordinaria nevada, en Villablino una capa de unos 27 centímetros y más en otros lugares», relata en enero de 1927.

Almendros no dejó escapar la oportunidad de presentarse a las plazas de inspección en Cataluña, la tierra de su mujer María Cuyás. En el verano de 1928, antes de confirmar su destino en Lérida, escribía a José de Caso: «No sabe usted bien la pena que me dio alejarme de la escuela de Villablino con la perspectiva de no volver el curso próximo».

Fue en Lérida donde tomó contacto con los métodos Freinet, gracias al entusiasta testimonio del maestro Jesús Sanz becado en Ginebra para aprender la nueva pedagogía. Almendros y Sanz organizaron una cooperativa española con las nuevas técnicas y organizaron el primer congreso en Lérida en 1934 con la participación del fundador, Celestin Freinet.

Dos años antes, el maestro manchego ya había publicado su libro La imprenta en la escuela. En Cuba ocupó diferentes puestos y también tuvo que salir del país durante la dictadura de Batista. Se le recuerda como el descubridor de José Martí. Con la llegada de Fidel Castro al poder sería nombrado director general de escuela rural. Después de muchos años consiguió reunir en la isla caribeña a su familia, su mujer, María Cuyás, la primogénita Rosa María y su hijo Néstor. Murió en 1974 y está enterrado en el panteón de los mártires de la campaña de alfabetización.