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León

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Sillón 28 | a. caballero

La noticia más destacada es que no hubo desalojo. Esta vez, los miembros de la plataforma contra la privatización del agua salieron por su propio pie, sin que les invitara nadie, al contrario que en las cuatro veces anteriores. Pitaron con sus silbatos hasta ensordecer el Pleno, abrieron el ventanal para que llegaran los ruidos de las cacerolas del medio centenar de personas que había bajo el balcón consistorial y, como el alcalde aguantó, terminaron por irse, entre gritos de «sinvergüenzas», «presuntos delincuentes» y «ladrones».

Pusieron la música a un Pleno en el que el concejal del PP Rafael Pérez Cubero le aportó las palabras. «Como en aquella canción: -˜mujer blanca hablar con lengua de serpiente-™», recitó al pie de letra que escribiera Javier Krahe para denunciar las incoherencias de Felipe González al entrar en la Otan, aunque adaptada a la portavoz del PSOE, Natalia Rodríguez Picallo, quien «no ha dicho la verdad» al «intentar justificar lo injustificable» con los datos del agua. «Lo que está claro es que no está claro», insistió el edil de la oposición, quien abundó en que «a la empresa le va a salir por la patilla» la operación por la cual el equipo de gobierno «a malvender el servicio en contra de la opinión de los ciudadanos». «Sólo buscan su rédito electoral, pero no les va a funcionar», le atajó la representante socialista, que tildó la intervención de su adversario como «oportunista, falta de rigor y demagógica». «No sé si será demagogia o no, pero el la verdad», se encontró en la contrarréplica.

Mira que Rodríguez Picallo lo intentó. Incluso recitó una serie de ayuntamientos del PP que tienen privatizada la gestión del agua. «¿Está equivocado el alcalde de Valladolid?», retó. «Sí», se oyó en la bancada del PP. Ver para creer: los apóstoles reniegan de jesucristo, tras el alegato de defensa de los fariseos; desde las sagradas escrituras, todo inventado.

Se remansaron un poco las aguas al entrar a debatir sobre el tranvía, pese a que María Teresa González le dedicó a Gutiérrez «sólo 12 descalificativos en su segunda intervención». «Es mejor que tome usted un café conmigo, en vez de con su asesor, porque lo va a entender mejor», invitó el edil del equipo de gobierno. «Yo tomo café con quien quiero». «Después de estas declaraciones de amor, vamos a votar, porque sino puede surgir aquí cualquier cosa», terció el alcalde.

Pasó la votación y, en ruegos y preguntas, el portavoz del PP, Julio Cayón, preguntó a Fernández si les habían puesto «detectives durante las fiestas», debido a que Travesí les había acusado de «haber ido sólo a los toros». «No tenemos departamento de espías; ése está en otro sitio. Tranquilos que no les va a seguir nadie», contestó jocoso.

Se había quedado atrás el gesto valiente del Pleno. Al votar la privatización del agua, el leonesista Abel Pardo levantó la mano junto al PP para rechazar la medida, lo que corrigió Evelia Fernández, a su lado, al bajarle el brazo. Luego, votó también a favor. «No, no, voto con el equipo de gobierno», aclaró después de que los populares exigieran una posición firme que constara en el acta. Toda una valentía en un personaje cuyo voto tenía, en el punto en cuestión, un poder decisorio equiparable al del gobernador de la isla Perejil en el conflicto de Oriente Medio. Pero ni por esa.

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