Diario de León

La costumbre lleva camino de ser «patrimonio universal»

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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¡Quién les iba a decir a nuestros abuelos que aquellos filorios que armaban cuando caía la noche, antes o después de cenar, reuniéndose para cantar, contar y recontar, iban a convertirse en «tesoro de España» y que llevarían camino de alcanzar la sonora distinción de «Patrimonio de la Humanidad»! Pues así es: justo ahora, cuando los hilanderos se extinguen, o cuando adoptan formas «institucionalizadas» (en las casas de cultura, institutos o asociaciones) o cultas (tipo el filandón literario de los Merino, Aparicio y Mateo Díez), es cuando comienza a apreciarse su valor cultural y comunicativo. Pero las tradiciones, como la energía, a veces ni se crean ni se destruyen: sólo se transforman, y el ya famoso calecho de Canales es una buena prueba de ello. En vez de con el llar y las pregancias por riba, la banda ancha y el módem; aunque el objetivo y el resultado siguen siendo los mismos: compartir unas vivencias, unas historias, unos recuerdos. Transmitir información, diversión, cultura propia, identidad. El filandón, que no es otra cosa que la necesidad universal que tiene el hombre de juntarse para, entre varios, inventar el mundo, se transforma, cambia, se transmuta en otros modos y adquiere nuevas herramientas, de la misma manera que lo hace cualquier otro emblema de nuestra cultura tradicional: los pendones leoneses quizá no sirvan ya para identificar a la hueste propia en plena batalla, pero sí que han conseguido reinventarse para identificar a un pueblo concreto frente a los demás, y para establecer sincera hermandad con el resto de pueblos leoneses. Así podría pasar también con el filandón, que se reinvente modernamente y que sirva a las necesidades y comportamientos de la sociedad actual. El «tirón» que está experimentando el resurgir de esta costumbre es palpable si nos fijamos en el extraordinario apoyo popular que recibió la candidatura del filandón para el concurso «tesoros de España» organizado por el Bureau de Capitales Culturales de España. Obtuvo nada más y nada menos que el segundo puesto nacional en la lista definitiva, detrás la Semana Grande de Bilbao. En concreto, sumó 12.687 votos, colocándose muy por encima de costumbres o festividades de ciudades mucho más pobladas o conocidas (Sanfermines, Moros y Cristianos, romería del Rocío, etc.). Ese era el primer peldaño para conseguir la distinción de Patrimonio Inmaterial de la Unesco, una campaña impulsada por el Ayuntamiento de la capital leonesa con actos culturales, conciertos, etc. La costumbre del filandón, que también se da en Asturias, Galicia, Portugal, etc., se llama de diferentes maneras según las comarcas leonesas: hilorio, hila, jila, filanderu, filandorio, serano, calecho...

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