Reportaje | JOSÉ MARÍA CAMPOS
«Pedí a mi madre que apareciera»
El siguiente en la lista era su padrastro Dámaso Natal, maestro en Cuénabres
Tras la aparición de los primeros restos óseos el hijo de la maestra de Burón, Laurentino Fernando Fernández Blanco de 91 años manifestó su alegría y a la vez su tristeza «al recordar a mi madre cuando estaba viva. He llorado en un momento oculto», según Fernando, que por este nombre le conocen en Burón. Dijo que había tenido el atrevimiento de hacer una súplica a su madre para que apareciera. «Hice una súplica y un deseo a mi madre poco antes de que mi hijo Fernando encontrase un hueso humano. La dije que por favor aparece de una vez». Recordó que jamás había cambiado sus ideales a pesar de haber estado con la División Azul en Rusia donde fue por necesidades imperiosas y particulares. «Estuve conviviendo con fascistas pero jamás he claudicado de mis ideales».
Sobre aquel mes trágico recuerda que su madre fue asesinada por defender al ministro de educación Marcelino Domingo porqué subió el sueldo a los maestros. Pero Eusebio «era un hombre de pueblo con sus vacas y sus tierra sin ideal político verdadero. Al mejor le mataron porque retiró, al igual que mi madre, el crucifijo de las escuelas en cumplimiento de la orden que había del ministerio de educación», según Fernández. No obstante cree que hubo un error ya que sostiene que al que querían matar era a su padrastro, Dámaso Natal maestro en el pueblo de Cuenabres. «Mi padrastro me dijo a la mañana siguiente han matado a mamá y dicen que mañana vienen a por mí». Así fue, cuando estaban sacándole del cuartel de la falanje en Riaño para matarle, el inspector de primera enseñanza de dijo a su padrastro, «Dámaso coja una camioneta, a su chico y los enseres y márchese inmediatamente a casa de sus padres en Bercianos del Páramo». «Salimos pitando y mi padrastro con una ganas de perder de vista Burón». Así recuerda Laurentino Fernando cómo su padrastro se libró de ser el siguiente maestro en la lista de las ejecuciones de la falanje. El momento de la exhumación hace que los recuerdos vuelvan de nuevo.