La Policía revienta la estrategia de ETA para proteger su arsenal
Los 17 «zulos» desmantelados en Francia contenían más explosivos que los cuatro almacenes hallados en el 2004
La Policía Nacional, con la colaboración de los agentes antiterroristas franceses, ha destrozado en los últimos cuatro meses la estrategia con la que la cúpula de ETA creía haber puesto a salvo su arsenal criminal. No se sabe con qué reservas de armas y explosivos puede contar la banda para seguir con sus atentados y asesinatos, pero para los expertos es evidente que le han dado un golpe muy fuerte.
El comité ejecutivo de ETA, alarmado por la caída simultánea en el 2004 de sus cuatro grandes almacenes de armas y explosivos, decidió dificultar la labor de los investigadores, abandonó la política de los grandes escondites utilizada durante 30 años y repartió todo su arsenal en pequeños y numerosos zulos distribuidos por zonas rurales de todo el sur y sureste del país vecino, desde Burdeos (Atlántico) a Grenoble (Alpes), con paradas en las comarcas pirenaicas y en el Rosellón.
La nueva estrategia funcionó con altibajos durante casi cinco años, pero la operación desencadenada este mes, con la captura en la estación alpina de Le Corbier del responsable de la logística militar, Aitzol Etxaburu, y su equipo, los encargados de suministrar bombas y armas a los comandos, ha puesto al descubierto 14 zulos repartidos por media docena de departamentos franceses que, sumados a los otros tres desmantelados desde abril en la misma zona, suponen uno de los grandes ataques al arsenal de la banda.
Hasta este verano, en la memoria de los expertos antiterroristas siempre estaba la operación que el 3 de octubre del 2004 dio el mayor golpe de la historia al arsenal de ETA.
Centenares de policías se desplegaron en Las Landas, departamento fronterizo con el país vasco-francés, detuvieron a quien había sido durante más de cinco años el número uno de la banda, Mikel Albizu, Antza, y a otras 18 personas, y localizaron los cuatro grandes almacenes de la organización, ubicados en los sótanos de casas de Ayherre, Saint Pierre de Irube, Urrugne y Briscous.
Los escondites, construidos y sellados entre 1998 y 2000, durante la tregua que la banda mantuvo con el Gobierno de José María Aznar, ocultaban 1.250 kilos de explosivos, 346 fusiles y subfusiles, 134 pistolas y revólveres, unos 60.000 cartuchos, 31 lanzagranadas y 238 granadas, numeroso material informático y electrónico, incluso dos misiles tierra-aire portátiles de fabricación rusa.