Guerra se tira a la yugular

Rodiezmo es un momento en verano, marca política, lugar de peregrinación del colectivo que se define como progresista; la izquierda del norte, la asturleonesa, está en la Tercia el primer domingo de septiembre o no es izquierda. Rodiezmo es el segundo apellido de Guerra, de Alfonso; y si no lo es, acabará por serlo. El ex vicepresidente del gobierno felipista llega al escenario camuflado bajo el cargo de presidente de la Fundación Pablo Iglesias, pero lo abandona en andas, casi por las nubes, arengado por la entrega de la muchedumbre a la que suele encender con una facilidad pasmosa. En el guión de Guerra no faltan nunca los obispos, ni Esperanza Aguirre, ni la redefinición del PP «partido del palo, partido de los pájaros», ni el gran capital, ni los ricos ante los trabajadores. Guerra echó de nuevo mano de su manual más previsible, que ligó con nuevos personajes pegados a la actualidad y la gresca política: «El Bigotes», «los trajes», «el espionaje»... Guerra desempolvó a Marx y retomó el quien más tenga que pague la fiesta. Ahí dejó la sugerencia. No aclaró si en el rapado fiscal al gran capital se incluyen las propiedades millonarias y de lujo -”automóviles, pisos, residencias y chalés, incluso sueldos mareantes-” que gozan algunos de sus compañeros de partido. Leña al PP, «a la derecha que no acepta el juego democrático» «a los chorizos que ví entre la butifarra» de la fiesta en la plaza de toros de Valencia. Leña a los empresarios: «Yo os digo porque Alemania crece y España no; porque en Alemania dicen esto para I+D y aquí dicen esto para beneficios». Más leña al PP «que confunde inquisición con corrupción». Guerra a hombros, Guerra jaleado. Miles de almas -”menos que en años anteriores-” entregadas al sevillano. Estampa popular por el valle de la Tercia. Casi tanto como las gorras de Cajastur, por las que miles de cabezas hacen colas interminables a plena solana. Rodiezmo sacó este año a relucir a un nuevo figurante; al secretario del Partido Socialista de Castilla y León que comenzó buscando amigos entre el gentío y que poco antes de subir al escenario se conformaba con que alguien le diera los buenos días. Cosas de Rodiezmo, donde no todo es populismo. Ni siquiera la oferta del Soma, de cursos para parados. Zapatero se fue sin decir «volveré el año próximo».